Las cosas que se dicen ya no son las mismas ni los saludos ni las despedidas

Y las madrugadas se sufren distintas

Y las tardes se sienten frías

Y las veces de café sin tu sorber ruidoso

Y las mañanas sin el ya levántate

Y las noches sin el ya duérmete

Y las navidades ya no serán las mismas ni los años nuevos ni los cumpleaños ni los diez de mayo

Y la lonchera donde metías lo que se te ocurriera, aun cuando ya no éramos niños

Y el dios te bendiga ya no me importa porque no viene de tu voz

Y la congoja de verte sufrir no se volvió alivio cuando dejaste de mirar, de pedir, de llorar

Y todo este dolor pensé que se iba contigo, madre

Pero sucedió que se volvió mayor

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