Estoy robando. Nunca pensé que podía correr tan rápido. La gente me mira. Yo no miro a nadie, sólo las baldosas para no tropezar. Si me caigo sé que no me levanto más. Corro con lo que afané en la mano, lo agarro muy fuerte. Escucho a lo lejos gritos y pisadas. Cada vez quedan más atrás. Me escapo de mi propia vergüenza. Ella sigue acá conmigo, no me pierde de vista. Conozco estas calles. Hace unos años vivía por acá. En este momento lo único que quiero es alejarme lo suficiente para dejar de ser un ladrón que huye. Dicen que siempre hay una primera vez para todo. Hoy. Miro para atrás, no me siguen, pero otros me clavan la vista, se cruzan de vereda. Saben que lo que llevo no es mío. Todo se nota en la cara, todo se nota en los ojos, en la forma que llevo esto que no me pertenece. Esta cosa que trata de zafarse de mis manos, o son mis manos húmedas las que no pueden hacer nada. No soy mal tipo, pero estoy perdido, estoy perdido de mí. Me estoy cansando, se me sale el corazón del pecho. Estoy viejo para empezar a ser mi peor versión.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS