La tarde de mi muerte
Aún tengo claro ese día, sobre todo aquella trágica tarde donde murió mi antiguo yo.
Todo empezó cuando recibí un mensaje de Fabiola, en el que decía que mi prima Paola había fallecido y, ¿me preguntaba por qué? En ese momento sentí que algo cambio en mí, nada estaba claro o tal vez sí. Estaba temblando, caminaba de un lado a otro, no sabía cómo preguntar a sus hermanos si era cierto, baje a su cuarto y note que no sabían nada al rato recibieron una llamada de su Madre y solo salí corriendo del cuarto, me quede cerca, de pronto escuche el grito desesperante de Maribel y entonces supe que todo era cierto.
Hasta ese momento traté de manejar la situación, pero luego todo se derrumbó, me dirigí hasta el balcón, no pude más con el llanto, ese llanto que broto a gritos y los vecinos empezaron a preguntar que me sucedía, entre dolor y llanto solo supe decir que mi prima se murió, ¡Paola murió!
Todos los recuerdos de los momentos especiales que tuve con ella se presentaron y mi llanto era incesante por el resto de la tarde y la noche hasta que, desperté al siguiente día pensando que todo había sido una pesadilla, pero no, no fue así, todo fue real y aun no lo asimilaba.
La separación definitiva de un ser querido en nuestra vida es una crisis inevitable, pero en mi caso, esta crisis fue silenciosa después de unos días. Fue tan silenciosa que no me percate de que mi vida se había estancado ahí en ese momento cuando la perdí.
Generalmente me encontraba en un estado de desconcierto y embotamiento. Realmente me encontraba en un estado de stock, ya que mis emociones fluctuaban y se encontraban anestesiadas. Mis sentimientos de incredulidad e irrealidad me llevaron a pensar que la noticia del deceso “no era real” y que “no era posible”.
Normalmente la gente aparenta aceptar con aplomo este tipo de situación y actúa frente a los demás como si no hubiera ocurrido nada. Pero mi reacción fue quedarme paralizada en un estado de inmovilidad temporal que duro días, esta incapacidad de aceptar la realidad y asumir la pérdida genero un estado donde, la rabia y agresividad aparecieron donde lo único que supe expresar es enfado buscando culpables.
Esta reacción llego a recaer hacia las personas más cercanas, aunque realmente tenia razones para culparos por el daño que causaron a esta persona. Esto conllevo a sentir injusticia y desamparo e incluso a encallar lo que podía haber hecho para cambiar las circunstancias que provocaron su partida.
Sí, perder a un ser querido en plena adolescencia genera demasiadas emociones, en mi caso fueron demasiado peligrosas, lo cual provoco que esta etapa de mi vida se arruinara y cambiara por completo y no muchas veces a para bien.
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