Parecían palabras diseñadas para envolver mentes esquivas y fácil manipulables.

Creía que un simple pensar difuso, no tendría la energía que amerita transformar el mundo.

Esperaba diseñar el círculo en base a la recepcion de mis oídos. De tus palabras, del balbucear filtrado de tus pensamientos.

Te dicen, que tu mejor aliado es quien sigue tal paso o es paralelo a la línea marcada por la vida.

No te dicen, esperando que aprendas, que aquel que siempre estará, siempre lo ha estado.

Que aquel que dará contigo el ultimo respiro de vida, participó en el primero de tantos.

Eres tu. Soy yo. No hay aliados, no hay contratos que aseguren recibir lo mismo que has dado.

Es la voz que siempre me dijo que no me pasaría a mi. Que es de otros, que se llamaba «suerte».

Es el susurro que me revolcó a creerme distinta. A saber que soy humana, a que nadie tiene mis ojos. A que mis lágrimas no saben a las de otros.

A entender que si puedo, no por que otros también hayan podido, sino por que soy capaz.

Por que el regalo divino diseñó una personalidad, que no tienen mis padres, que no se le acredita a mi pareja.

Que no he de esperar ser feliz, por que la felicidad no es un punto referencial en el mapa de mis años.

Es entender, que si hoy llueve no debo ansiar el sol para sonreír.

Es comprender, que mientras el viento giró al sur, el silencio conciliador del norte, inundará de paz, los días en que faltó.

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