Oscuro y en silencio

Oscuro y en silencio

Adán Third

10/12/2017

En un momento oscuro todo se silenció. Todo dejó de existir; incluso mi conciencia. Y fue entonces, donde realmente pude entender lo que sucedía. En una oscuridad total, cómo puedes estar seguro de que las cosas siguen ahí. En un silencio absoluto, cómo puedes sentir la existencia de aquello, que emitiendo algún sonido lo caracterice, como algo o alguien.

Me encuentro sólo tratando de entender esta oscuridad y este silencio; me doy cuenta que siempre han formado parte de mí. Pero no sabía qué eran estos dos seres, estas dos conceptualizaciones -lo único que existía aparte de mí en ese momento-. Después de tanto andar, de tanto divagar, de tanto rodear ideas baratas, ideologías improfesables, pensamientos ambiguos y sentimientos frustrantes; pude abrir los ojos para no ver nada. Pude guardar silencio para no escuchar nada.

He vivido toda mi vida en la luz, buscando la seguridad en el entendimiento de lo que está en frente. Cómo se llama, cómo se creo, para qué sirve y cómo llegó aquí. Todas estas preguntas ya habían sido respondidas por otros, por lo que, encontraba tranquilidad en memorizarlas, en aprenderlas y en compartirlas. Nunca nombré nada, nunca creé nada, nunca le di una función y nunca traje algo aquí.

Transitaba en frustraciones, por preocuparme de aquello que los demás no. Por adoptar ideologías que pensaba, podían ser lineamientos reales, pero al parecer, a nadie le importaban como a mí. Pasé tiempos eternos cuestionando una justicia inexistente, una sociedad inocua, un sistema macabro condenado al fracaso. Como si a alguien le importara.

Comencé a inmiscuirme en mis pensamientos, criticando mi propia crítica, tratando de encontrar nuevos caminos que, pudieran abrir un catálogo de opciones un poco más transigentes. Pero las visiones se nublaban, cayendo en la repetición de un ciclo impertinente de inseguridades, frustraciones, descontroles, caos, locura y afición por repetirlo. Todo se volvió una compulsión. Sin bien entendía aquello qué está mal, no contaba con la certeza, de que una vida pudiese arreglarlo.

No me engañaré creyendo en el utópico paradigma, de que más de una vida lo puede hacer, porque no es así, no se trata de cuántas vidas, generaciones o siglos pasen para creer en el cambio. Tan sólo hay una certeza, estamos condenados a intentar hacer lo que otros profesaron antes, con un poder mayor de persuasión, con una habilidad extraordinaria de engaño, con una naturaleza instintiva del daño. Lo peor de todo, es que aún queda mucho camino por recorrer, no soy el único que pasará por ciclos de frustraciones y pérdidas, de angustias y sufrimiento.

Nunca me pude dar cuenta antes de lo que acontecía con mi mente, no hablo del malestar, la incomodidad o la crítica, que siempre me ha acompañado. Sino de algo más profundo y complejo, que escapa de lo real aceptado, para convertirse en los únicos compañeros existentes, la oscuridad y el silencio.

Seres difíciles de comprender, porque no tienen inicio ni final. De hecho, no pretendo entenderlos ni darlos a entender. Son ellos, los que me han entregado el protagonismo para crear algo exento de límites, y carente de normas, que refleje mi interior. Al unirme a ellos, me siento por primera vez libre. No de opción, como siempre me hicieron creer, sino que libre de devoción; al inmiscuirme en la oscuridad y en el silencio por fin pude ver y escuchar.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS