ESPEJISMOS

Es imposible echar un vistazo alrededor y no sentir que estás viendo un espejismo en el desierto, esa imagen de películas del oeste donde el calor extenuante agota las últimas fuerzas y la esperanza se nubla como un espejismo. Algo que se anhela con desespero y que parece deslumbrar en el horizonte de pronto, con un suspiro de alivio, se desvanece para hacernos perder la cabeza nuevamente. Es precisamente ese momento en el que has recorrido un largo viaje, has caído y te has levantado, unas veces has mantenido tu esperanza y otras simplemente sientes que ya no puedes más, sin embargo cada día te levantas con la esperanza de que ese día llegará, tal vez hoy, tal vez mañana y no hay tiempo para rendirse.

Qué triste sería darse cuenta que estuviste esperando por tanto tiempo para decidir rendirte a las puertas de tu tierra prometida. Ese pensamiento es motivo suficiente para esperar un día más. Sin embargo, es como un sube y baja en el que intentas mantenerte en lo alto, pero llegas al límite y caes nuevamente. Una vez más la desesperanza se apodera de tu mente y un sentimiento de impotencia te embarga el alma hasta ahogarla en llanto. Una vez más levantas la muralla de conformismo y autoconmiseración con la que te has protegido todo este tiempo creyendo que será mejor para ti no esperar nada antes de desilusionarte una vez más.

Sin embargo, llega a mi mente la imagen de Sara, esposa de Abraham ¿hace cuanto tiempo que había recibido la promesa de su heredero? la desesperanza cada vez era más grande y aún la frustración más agonizante, frustración de que cada día estuviera la promesa ahí latente y aún así su realidad fuera tan distinta, su alma estaba tan seca como el mismo desierto y su esperanza estéril como su cuerpo mismo.

Llega un momento en nuestra vida en la que nos sentimos como Sara, estériles, no sé qué pasa pero no sucede nada, a pesar de todos nuestros esfuerzos todo parece inútil, a pesar de la espera y del tiempo nada parece suceder, entonces cuestionamos si hay algo mal en nosotros, algo debimos haber hecho muy mal para estar recibiendo este castigo. Y es que no hay peor castigo que el de tener una esperanza que se tarda, porque no nos permite vivir y tampoco logramos dejarla atrás.

Todos, sin excepción, tenemos algo que nuestro corazón anhela y aunque obtengamos muchas otras cosas, sino obtenemos eso que deseamos todo lo demás no importa y mientras eso llega debemos esperar. Muchas veces hemos escuchado la frase “todo tiene su tiempo” pero qué difícil es creerlo y sobretodo esperarlo cuando no vemos nada suceder, simplemente hay cosas que se tardan demasiado y no entendemos cual es el propósito de esa tardanza.

¿Qué hacemos entonces mientras esperamos? Pues para serte sincera, no hay mucho que podamos hacer en cuanto a acciones más que esperar, pero en cuanto a nuestra actitud si hay mucho que podemos hacer. Recorrer el camino de la espera es muy desesperante, incluso para la persona que se considera la más paciente.

Algunos piensan que las personas que esperan están en paz y tranquilas, sin preocupaciones ni ansiedades, pero no es así. La persona que nada espera jamás se desespera, porque cuando no esperamos nada cualquier cosa es suficiente, pero cuando realmente sabemos que es lo que queremos y esperamos por ello, entonces no estaremos contentos hasta obtenerlo y no nos conformaremos con algo menos de lo que esperamos. La persona que sabe esperar logra alcanzar aquello anhelado, pero los que no saben esperar, en medio de su desesperación, se rinden ante la frustración y se conforman con lo que primero aparezca o bien viven con sus sueños frustrados, amargados y resentidos con la vida.

¿Por qué desesperante espera? porque solo una persona puede sentir tal desesperación cuando espera algo que se tarda. Muchas personas toman malas decisiones por dejar que la desesperación les gane la partida, porque decidieron rendirse y no esperar. Porque se cansaron de esperar y dejaron morir sus anhelos. La esperanza es lo último que se pierde dicen por ahí y es cierto, la esperanza es la mayor arma para seguir en la lucha de la espera, y esperar no es solo sentarse y esperar que todo pase sino que consiste en hacer todo lo que es posible para mí y dejar que Dios traiga lo que espero en el momento indicado.

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