Vivir tras sobrevivir. Ya se acabaron las guerras, las dos. Ya podéis mirar al cielo sin temor a que escupa bombas o rujan aviones con rumbo no muy lejano.

Por poco, no llegasteis a subir a aquellos barcos con miles de criaturas que, solitas, huyendo de la muerte y del hambre, perdieron los abrazos de sus padres, olvidaron su lengua, y tantas cosas….

Ya es el momento de reivindicar sentirse vivas, ¡tan vivas!, y trepar con los pies descalzos por las rocas de la playa de Gros para mirar al mar luciendo esos bañadores que dejan a la vista vuestros hombros decididos y unas piernas bellas y poderosas.

Donosti, que tanto añoraste amá, a la que, desde Madrid, volvíamos los veranos, nos envolvías amorosa en toallas sobre la arena de la Concha, y nos enseñabas a empaparnos de todos sus encantos.

Donosti, tan bonita. Los recuerdos de aquellas guerras, quedaron siempre para otro momento.

Agosto 1947

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