Él, era un hombre de extrema sensibilidad, como todo artista algo distraído y egocéntrico, se olvidaba del mundo real cuando colocaba frente a sí un enorme lienzo donde retractaría sus fascinaciones… Fascinaciones que encontraba en Internet, en fotos de desnudos artísticos, en la belleza de las figuras femeninas.

Su imaginación volaba cuando se perpetuaban ciertas imágenes, especialmente pensando en Eva…

¿Quién era Eva? ¡Nadie lo sabía!

Sólo el pintor que había reproducido todas sus proporciones en sus pinturas, mimando cada forma con sus pupilas llenas de deseo, encrespando su cuero cabelludo cuando el pincel bordeaba los muslos de su modelo virtual. ¡Cuánto deseaba conocerla en persona! ¡Cuánto quisiera plasmarla para siempre en su trabajo! ¡Cuánto daría por capturar a aquella hermosa mujer que lo ha cautivado!

Había conseguido contactarla por medio de los correos que llegan más rápido que los pensamientos, le escribió como el cliente que deseara pasar una noche con ella, sin ofensas, a cambio de un dinero; pero, Eva se indignó; le puso un mail diciéndole que ella no era prostituta, que no vendía el sexo, simplemente era modelo y que se fuera a su “puta madre”

“Eva, tiene carácter”, pensó el Pintor y siguió soñándola…

La veía desfilando en pasarelas, con trajes ejecutivos, con trajes de baño, con modernos tacones de aguja… El público aplaudía su ensoñada presencia, pero él, el Pintor era quien estando allí no estaba… pues los tacones de aguja lo transportaban a su cuarto oscuro, donde estaba Eva, vestida con un atuendo de color negro, ceñido al cuerpo, con su cabello largo y rubio, con sus uñas de gata dispuesta al ataque sensual de su macho, un látigo y esos tacones de aguja…

Se perdía en las sensaciones de esos tacos de aguja que se incrustaban en la piel de su espalda, como si quisieran atravesarle los pulmones, el corazón, las entrañas; un dolor insoportable que asumía por el placer de ser dominado por la dama de sus sueños, un dolor fatal que le hacía llorar del gusto de ser poseído por Eva, por la mujer que él amaba.

“Eva, es una excelente Ama”, pensó el Pintor y siguió soñándola…

La encontraba en los anuncios eróticos de un diario local, con fotos que delataban su cuerpo de mujer prepago, aunque por ello fue mandado a su puta madre, pero él la veía allí… Creyó que la pescó, que la había encontrado infraganti y le hizo una cita…

Fue entonces que él llegó al lugar indicado, ingresó a una casa grande de colores alegres, donde encontró varias “Eva”, como 12 “Evas” andaban semidesnudas por el lugar, susurrando obscenidades al oído de los hombres que esperaban su encuentro sexual con alguna de ellas… El Pintor casi se vuelve loco, no podía creer que ella estuviera por todo lado y más aún cuando una se le acercó y le dijo:

– Papacito, te estaba esperando…

La mujer le tomó de la mano y se lo llevó escaleras arriba, a una habitación con olor a vicios y perfumes, dándole un beso ligero en la nariz lo empujó a la cama; él ya conocía su cuerpo con todas y sus cirugías, le encantaba verla delante de él pero hubiese preferido ser él mismo quien la desvistiera, poco a poco, disfrutando de su espacios de piel, besando cada centímetro que deseó por tanto tiempo, suspirando en cada poro de su piel como su espátula respira sus formas en el lienzo.

Pero la dama, profesional que optimiza el tiempo, apenas tuvo desnudo a su cliente se montó sobre él y en cuestión de 10 segundos le extrajo el alma, quien gritó ante la súbita sensación de placer… La mujer de cabaret se volvió el vestido al cuerpo y lo dejó solo.

“Eva tiene apuro…”

Pensó el Pintor mientras se ponía los zapatos y luchaba ante el vacío que esa breve relación íntima le había dejado en el pecho…

Obsesionado con las experiencias vividas se peleó con su arte, pues no podía ser cierto que Eva lo hubiese tratado con tanta frivolidad, siguió buscándola en la red pero no la encontró… Una tarde, su tristeza se posó en el estómago, lo puso tan mal que tuvo que ir a la clínica.. Su dolor físico le nublaba la vista, sin embargo, sintió que el espíritu le volvió al cuerpo cuando miró a una de las enfermeras… ¡era Eva!

Su bella Eva estaba vestida toda de blanco, desde la cabeza hasta los pies, la reconoció porque le vio las piernas; la enfermera acababa de salir del baño y no cayó en cuenta de que la parte trasera de su vestido se había enganchado con el interior, dejando así que el Pintor se deleitara con su sensual error… Ese error le sanó enseguida, cuando Eva se acercó a tomar los signos vitales del paciente, los instintos del hombre le impulsaron a llevar sus manos allí atrás… sintiendo la suavidad de unas medias nylon, el algodón de su calzonario, las líneas iniciales de sus posaderas…

Eva, al primer momento se sintió molesta, pero alguna parte de su sexualidad reprimida le permitió desahogar las ansias en las manos de aquel improvisto intruso… Se dejó…

El Artista, tocó generosamente toda su zona, era la primera vez que inspeccionaba con tanto detalle la intimidad de Eva, la sintió por fuera, la sintió por dentro, se plació con los suaves meneos de su cola, hasta que minutos después la mujer contuvo sus gemidos en un orgasmo inusitado que mojó el piso, que mojó la mano creativa del Pintor…

“Eva disfruta del sexo”, pensó el Pintor y se encerró por días para tratar de expresarlo en sus cuadros.

El Pintor se ganaba la vida enseñando Arte en una conocida universidad de la ciudad, pero no había encontrado a Eva, de hecho el trabajo le tenía tan comprometido el tiempo que se había olvidado un poco de su deseo de encontrarla, pero llegó un día…

… Pero llegó un día cuando a mitad de su clase, cuando hablaban de la pintura contemporánea, de repente ingresó una muchacha…

– Perdón Maestro, ¿puedo pasar? – Preguntó la chica

“Eva tiene buena educación”, pensó el Pintor mientras que con una señal de mano le autorizó la entrada.

Desde entonces los días transcurrieron con la magia del amor, el Pintor se enamoraba más de Eva y ella de su Pintor, ambos se reconocían en la persona ideal para amar, los dos compartían sentimientos y formas de pensar; estaban tan enamorados que se extrañaban cuando no estaban juntos y estando juntos el tiempo se pasaba volando..

El amor, el amor, el amor… Les había tocado el amor, Cupido hizo uno de sus más acertados trabajos, su flecha atravesó los dos corazones de un solo tiro y la inspiración del Pintor explotó las mejores obras de arte… Hasta que un día…

… Hasta que un día dejó de pintar…

Se dedicó a amar a su Eva, a la mujer que había buscado toda la vida, la que había llenado sus espacios de soledad y tristeza, la que le había regalado las más hermosas esperanzas de ser amado. Su Eva… su bella Eva… Era la persona por quien él se jugaba el todo por el todo, dejó de pintar para honrarle con su exclusividad y atención, sin duda el Pintor era feliz.

Cuando los vuelos del amor ya habían topado tierra, los enamorados decidieron casarse, el amor estaba intacto, sentido como desde el primer día, pero la idea del compromiso alborotó las decisiones del Pintor, quien había dejado de pintar pero por alguna extraña razón sintió que no deseaba alterar sus designios… no deseaba abandonar su realización personal… Si solo, Eva comprendiera que él seguiría buscando a Eva, podría admitirse ser el marido, pero sino… no.

Con semejante cambio por parte del amor de su vida, Eva comprendió que para su artista amado ella no sería la única fuente de su inspiración, lo cual le causó celos.

Recordó que se había enamorado del Pintor y de su arte, de su libertad, de sus pensamientos osadamente declarados en sus lienzos, de modo que cuando su Pintor dejó de pintar por ella… cayó en cuenta de que lo que amaba de ese hombre era su inspiración y decidió dejar de amarlo…

El Pintor y su Eva despidieron su formal relación con besos y abrazos amargos, mezclaron las lágrimas y el dolor por no poder traicionar la esencia de cada uno… ¡ni por amor!

Se hicieron el amor a punte de tacones de aguja, despidiendo una etapa e iniciando una nueva, donde ella y él sienten a Eva dentro del alma y la reviven cada vez que vuelven a estar juntos en la intimidad.

El Amor no se ha ido, ha evolucionado, se ha transformado en algo que ni ellos comprenden pero lo disfrutan; ella amando al artista de alto vuelo y él… buscando a Eva… para nunca más dejar de pintar.

La Qka

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