En el vaso en el que me estoy ahogando el agua es oscura y sucia.

Está medio lleno de agua que me ahoga y no me deja ver lo que hay después del vidrio. Odio la incertidumbre tanto como la esperanza porque al final de todo, no se sabe qué va a pasar.

Aquel vaso de vidrio grueso (muy grueso), que no puedo romper con mis grandes y débiles manos, me mantiene encarcelada. Y el agua turbia en la que me ahogo, ciega mis ojos. Dentro mío siento esas piedras enormes que me mantienen anclada en el fondo, no me dejan flotar.

Solo me queda encontrar alguna escalera , sacarme las piedras o tomarme el agua. Ninguna opción me brinda seguridad, y, a pesar de que me disgusta tomar decisiones, esta vez debería hacer una excepción. Porque necesito saber que hay al final de todo.

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