El más grande de los poderes

El más grande de los poderes

Es curioso como funcionamos, ver como miramos al frente, capaces de decir que creemos en tantas cosas, como si el creer en algo nos convirtiera en más humanos. A mi me gusta decir que creo en las personas, al fin y al cabo, somos capaces de absolutamente todo, tenemos un poder inimaginable, y aun así, soñamos con el poder absoluto. Me pregunto de dónde nace ese poder que nos hace invencibles, o más bien, ¿cuál es ese poder?

Me gusta decir, pensar y creer, que la sabiduría es un poder, y aunque no soy experta, y realmente no se nada, me gusta descubrir, me gusta saber, me gusta preguntar, soy adicta a la sabiduría ajena, para poder construir mi propio poder. Llamaría a la sabiduría un poder, la llamaría el poder absoluto, diría que la sabiduría reside en todos, y del mismo modo, nadie es sabio.

Y así, sin saber nada, me atrevo a decir, que algún día seré poderosa, algún día habré aprendido tanto que mi poder será inalcanzable. Consideramos poderosos y sabios a todos aquellos que cuentan con grandes títulos o currículos interminables, a todos aquellos que trabajan en altos rangos y han leído y estudiado tanto que creen saberlo todo. A veces aborrezco a dichas personas, a veces adoro no saber nada, adoro poder mirar al que se encuentra a mi lado y sentirme pequeña, saber que esa persona es vida, vida pasada, presente y futura, es alguien apasionante, es sabiduría.

¿Y quien sabe si el más malo de los malos, no es sabiduría también, si el más viejo de los viejos, o el más joven de los jóvenes? Somos una plaga de humanos, personas, hombres, mujeres, niños y bebés; somos muchos, demasiados, y eso hace que me pregunte, ¿por qué no somos inmensamente poderosos? Crecemos en torno a algo grande, fantástico, inmenso e insuperable; y esos somos nosotros, lo primero en lo que nunca creemos, y lo último en lo que confiaríamos. Y es que a demás de ser tan poderosos como para inventar la sabiduría, lo somos para crear la maldad y el egoísmo, podemos hasta crear muerte y sufrimiento.

Teniendo esto en cuenta, deberíamos considerarnos mas grandes que cualquier dios o ente maravilloso, puesto que ni siquiera la magia podría con todos nosotros. Entonces, ¿cuál es el problema?, ¿por qué somos tan débiles? Es posible que no seamos capaces de creer en el ser humano en general, en todos: jamás un hombre de bien le daría la mano al vagabundo de la calle, ni un hombre de clase media sonreiría a un rico. Me pregunto por qué criticamos tanto los errores de otros, cuando dichos errores crean más poder, y nuestros aciertos hacen crecer a los equivocados.

Nadie se considera cruel, pero indirectamente, todos lo somos, renunciando así al mas grande, maravilloso y fuerte de los poderes, renunciamos a la humanidad.

Portada: Álex Dieguez Morato

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