Esta historia comienza en Italia. Esta novela es particular por su pasión, pasión a una historia de amor, de servicio, de ternura…

Mi vida comienza en un pueblo al sur de Roma llamado Frascati. Mi mayor ambición en la vida era escribir. Desde bien pequeña me pasaba las horas escribiendo hazañas acerca del amor. Era una apasionada al escrito desde los 10 años, a pesar de que no había recibido una buena educación, pero tenía facilidad de palabra. Fui educada y criada por mi abuela Sofía, a la que quería como una madre. Ella era una mujer trabajadora y una soñadora a la escritura, por ella fue por la que empecé a escribir desde tan joven.

Los niños de mi pueblo me envidiaban por mi nivel de comprensión lectora. Era muy difícil aprender a leer y a escribir ya que era un pueblo muy desfavorecido y sólo los más llegados a la nobleza podía ir al colegio y a permitirse una educación.

Una mañana, por alguna razón me levanté de la cama con ganas de enseñar a los demás a escribir y leer. El darme cuenta de que millones de personas no sabían me abrió los ojos para darme al servicio por los demás.

Primero visité a mis amigos y les hablé acerca de mi propuesta, pero ninguno pareció preocuparse mucho por intentar aprender. Entonces intenté de persuadir a mi hermano mayor, que al igual que yo había recibido la misma educación y el privilegio por mi abuela de escribir. – Estoy segura que si yo lo ayudara,- me dije a mí misma- él me ayudaría a mí con mi proyecto de enseñar. – ¡Yo no te pienso ayudar!- me dijo enfadado. – Ese trabajo que quieres emprender es para personas con un nivel más alto y con una capacidad mayor que tú; además nunca lo conseguirás. ¡Con que ese trabajo es para una persona más mayor que yo!- pensé para mis adentros, llena de cólera. ¿Por qué tratar de obligar a otros a ayudarme si podía hacerlo yo misma? Con el paso del tiempo, a mis 18, abrí una escuela, bueno en realidad era un pequeño almacén que tenía mi abuela para almacenar trastos, pero lo usé para dar clases de literatura y escritura.

Vinieron de todas las edades, desde niños hasta adultos. Entre tantos sobresalió un joven italiano que me di cuenta de que era sordo. Me acerqué a él y le pregunté cómo iba a aprender… Su buen sentido del humor y su interés me conmovió. Logré alcanzar unas 50 personas para enseñar en este mundo de la escritura. Me fue un poco difícil al principio, pero no por ello me vine abajo.

A la siguiente semana, Lucas, el chico sordo, se acercó a mí y me preguntó si podía quedar conmigo para aprender con más rapidez, por lo que acepté a darle clases extra en mi casa. Esa misma tarde quedamos, pero no resultó exactamente para dar clase… Me escribió que al igual que yo le enseñaba literatura él quería enseñarme lengua de signos para poder comunicarme con otras personas.

Quedamos con mucha frecuencia, hasta que nos hicimos buenos amigos. Una tarde, después de clase, me confesó que sentía algo más por mí pero le daba miedo por mis sentimientos. Yo, confusa, tartamudeé y le dije que no sabía exactamente lo que sentía. Él rápidamente intervino y me dijo: – ¿Qué vas a hacer esta tarde señorita Mary?- me preguntó amablemente. – No lo sé- respondí. – Me gustaría mostrarte algo-.

Al día siguiente me llevó al cine, pero ésta era peculiar y distinta. Se trataba de una película en Lengua de Signos. Algo dentro de mí despertó mi interés por aprender y saber más acerca de este «nuevo mundo» para mí. Así que quedamos en darle clases de literatura y a cambio él mostrarme más acerca de LSE. Llegó el punto en que nos hicimos inseparables, hasta que con el paso del tiempo empecé a verle diferente, más que un simple amigo.

Llegó el verano y mi abuela se pusó enferma por lo que por un tiempo tuve que dejar de dar clases, pero seguía viéndome con Lucas. Una tarde, le confesé a Lucas que me gustaba, pero él no me creyó. – No juegues con eso Mary, tú sabes lo que siento por ti-. – Lucas, hemos pasado mucho tiempo juntos y eso ha hecho que mis sentimientos por ti crezcan-. – ¿Entonces…? – Sí, creo que me estás empezando a gustar pero no me gustaría perderte…-Eso nunca pasará Mary-.

El mes de Agosto comenzamos una relación seria por ambos lados, ya que los dos teníamos claro que queríamos estar juntos, pero la cosa fue mal …

Mi hermano se mudó por trabajo al extranjero y me veía sola con mi abuela y su enfermedad sin poder hacer mucho. Lucas me ayudaba mucho con las tareas del hogar y mi abuela y me animó para que volviera a enseñar a los demás en la escuela.

No me ví capaz de abrir de nuevo la escuela, ya que me recordaba demasiado a mi abuela, pero sí decidí meterme en una ONG para ayudar a los más desfavorecidos. Lucas, se dedicaba a trabajar en una base militar, sí, era militar. Me sorprendía como alguien así con esa discapacidad conseguía siempre lo que se proponía, así que me armé de valor y luché por mi sueño a la enseñanza.

Una noche, de madrugada, Lucas me llamó por teléfono. -¡Mary! ¡Mary! tengo que decirte algo muy serio, – quiero que sepas que me gustaría casarme contigo-. Sobresalté de la cama y le dije que me lo repitiera; me declaró amor eterno. Sinceramente creía en el amor pero como una novela o una historia en la que yo nunca pasaría por ahí, pero ahí me veía esa noche, prometida y locamente enamorada.

Nos casamos y pude abrir de nuevo una escuela con mayor calidad y pude seguir cumpliendo mi sueño, enseñar y servir a los demás.

-FIN-

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