Lo pudo haber comprendido entonces, cuando vio a Laika, la perra pastor-Alemán de su hermano, que corría aterrorizada con una caja que le habían amarrado a la cola. Entonces se rieron. Parecía tonto que no supiera distinguir una caja de su cola. No lo supo entonces.

Pero había conocido su miedo. Lo había sentido jadeándole en el cuello, cuando llegaba a una hondonada y el sonido atronador de la quebrada le advertía de cuanta fuerza puede tener el agua; la inquietante soledad de la noche en el campo es algo terrible si estás sola, si has huido y tienes hambre y frio y no sabes cómo volver, pero sobre todo si te permite saber que el miedo que llevas dentro se te ha salido y la proximidad de tu fuero te hace correr de espanto.

  • – El miedo de verdad es el que llevamos dentro – dice a modo de consuelo-

Ahora lo sabe. Ahora que ve la cara de su hermano convertida en la peor de sus pesadillas: La mujer vampiro que acampaba con un grupo de excursionistas en las selvas del Perú y que el dibujante de historietas se esmeró en que ejemplificara la magnificencia del horror de la muerte y la maldad. Ahora sabe que no era la imagen de la espantosa mujer lo que los asustaba, sino la certidumbre de que muchos años después y gracias al cáncer de piel, él le pediría prestado el rostro a Hupanca.

– Porque sabemos lo que somos y lo que seremos es que nos acorrala el miedo. En cada segundo se condensa la eternidad-repasa como aprendiendo una lección.

» Si no huimos escamoteados por nuestro propio miedo, como Laika, sino que paramos y volteamos a miramos a nosotros mismos, y nos enfrentamos a eso que fuimos o seremos entonces el miedo desaparece. Pero se necesita valor para desafiar los propios demonios»

– ¿Qué es el miedo sino la representación que nos hemos hecho de nuestra posible desgracia?

Haber aprendido a sentir de qué regiones del alma desoladas, marginales y terribles podría provenir. Tal vez de antiguas batallas, tal vez de demonios insurrectos y terribles, que lograran llevarla a acciones que había cometido o pensado comete: Era una acción o sólo un gesto, pero suyo y no era tan terrible como había imaginado.

Esa densa neblina que la paralizaba en medio de la nada cuando llegaba la noche, no era más que el rumor de lo que ocurría adentro, de ese mundo del que conocía sólo fragmentos a través de los episodios de los sueños que enmascaraban con otro lenguaje sus más terribles temores.

– Tal vez tampoco estoy viva y sólo finjo estarlo. De ahora en adelante me voy a dedicar a averiguarlo

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