Ayer mirándome en un espejo,

Que no era de arena o plata,

Sino un charco en el suelo,

Contemple un demacrado rostro viejo.

Las náuseas revolvieron mis entrañas con tanta acción,

Náuseas no de alcohol, náuseas de repulsión.

Comprendí en ese instante el repudio de mi familia,

Me sentí la más infectada de la heridas.

Nublase mi vista en llanto caí al suelo,

Qué triste no ese era mi lecho,

Después de mi muerte ya no iré al cielo,

Los tormentos de mi vida me dejaron en el miedo,

Ese miedo eterno de vivir eternamente,

En las profundidades de la mente,

Te lo explico por si no lo comprendes,

Resaca me llama la gente.

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