Sinfonía Perfecta

En medio de un perfume casi exquisito y un tanto perturbador, entre gemidos repetidos, continuos y agobiantes. Entre carnívoras miradas, sus ojos se encontraron para quedarse tan perdidos, tan inexpresivos y locos. En el momento todo cuadraba, las sabanas, el cigarro y la música, el vino hacia juego con esa boca roja y esos dientes de luna, la cama un contraste primoroso con ese cuerpo que finiquitaba desnudo en la orilla. Y las guitarras haciendo un acorde, fusionadas con el vaivén de dos cuerpos unidos en una sinfonía perfecta, en una revolución contaminada de oscuridad y lujuria.

Allí estaban sintiendo la tensión, absorbiendo olores y disfrutando sabores, irreconocibles por el sudor, por el maquillaje corrido y el pelo revuelto de manos, de lenguas y enredijos. Estaban tan cerca y lejos al instante mismo. No podían más que aguantar a su próximo encuentro, a su próxima muerte. Nada que decirse, nada que expresar. Su lengua solo funcionaba cuando tocaba la de él y su boca plasmaba un extraño rechazo a las palabras.

El consumo de sus propias vidas con besos y excesos, concordaban en una proclamación y profanación a la pasión, a la fumigación de sentimientos y flaquezas del corazón. Se la pasaban huyendo del infierno, de ese punto de partida, jugando a tirar del arco la flecha y buscando razones para quedarse y amarse, para sentirse vivos estando muertos…

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