Relatos del pensamiento

Desde la soledad de mi cuerpo

En la soledad de mi habitación, parecían asentarse muchas cosas que en su momento quedaron olvidadas. En tiempos de guerra no se hace el amor, en tiempos de guerra se hace a la soledad. La soledad parece tantos recuerdos cargados de emocionalidad, que lo único que puedes hacer con ellos es recordarlos, sentirlos minusculamente. La soledad es un complejo humano, tan incomprensible como los misterios que rodean a la muerte. Muchos la juzgamos por su forma de hacerse sentir, de aparecer de repente a llenarnos de incomodidad, como alguien que llega sin avisar donde no lo esperaron, la soledad nos supone tantas cosas que es copioso querer entenderla, porque nos dispone esforzarnos más, nos confronta de lleno sin darnos espera para preparar la caída. La soledad parece ser que no encaja en un mundo que nació por y para la simbiosis de cuerpos, justo ahí es donde no encaja la soledad, pero nadie contó con sutileza para entender el porqué de las uniones entre las personas… y el mundo evoluciono mientras seguimos existiendo en el primer instante. Y nació la soledad para hacernos cansar de los cuerpos, de las mentes, de los objetos, de los lugares…llego la soledad para hundirnos en la conciencia tardía de nunca haber entendido, de que somos tan iguales que necesitamos de un espejo para sentirnos diferentes, aunque las diferencias resaltaban a la vista, al oído, y aun sin entender las tocamos y caímos en miseria de solo tocar para sentir. Sentir algo tan común en una calle llena de luces rojas y cuerpos con necesidad de la misma miseria, pero con una diferencia formidable del porque y para qué; juntos y unidos en la soledad que es la única que une en tiempos de guerra.

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