La senda suicida

La senda suicida

Israel Visso

15/10/2017

— ¿Estás bien?

—Sí, muy a gusto.

— ¿Y estas pastillas?

— Calmantes.

— ¡Diablos! es lo que creo…

— Sí, no hay problema.

— ¿Qué? ¡Llamaré a una ambulancia!

— ¡Detente! No lo hagas. Respeta mi decisión.

— ¿Es que acaso estás loco?

—Lo estuve. Ahora le digo adiós a esta vida amorfa.

—Todo es mi culpa, no noté tus bajones.

— ¿Qué? Eres una excelente persona. Llevo tiempo dañando mi cuerpo; cortes, drogas y golpes, por decisión propia.

— ¿¡Por qué!?

—Luego de experiencias imborrables, lecciones de vida pasajeras que me han convertido en un ripio y misántropo. Una cosa conlleva a otra, y con aquellos reumas en mis ojos no volví a ver esta vida con la misma intensidad. El peaje se hizo difícil de pagar e imposible de recaudar.

— ¡La ambulancia está en camino! ¡Tú puedes!

— «Así que eres tú». Muchos se jactan de haberte burlado, hueles a café recién preparado, y que hermosos labios tienes. Comprendo, sólo me estoy despidiendo.

— ¿¡Con quien hablas!?

—Llegó el ansiado momento, diles a todos que ella es preciosa y tienes unos suaves labios. Para aquellos que te señalen por mi suicidio ofrece tu mejor cara, muchos dirán: “fue el camino más fácil”. No creas en palabras que al pronunciarlas ellos no las sienten.

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