¿Quién nos salva?
de la irremediable estupidez que nos alborota las confesiones sentimentales
de la fiesta hormonal que inútilmente
tratamos de ocultar con un rostro de múltiples expresiones
haciéndonos parecer enfermos y
hasta faltos de cordura
¿Quién nos salva?
de las ideas que marchan en contra de nuestros principios
que nos adentran en decisiones inefables
que conllevan al suicidio de la razón
de prometer la luna
o correr en contra del viento
¿Quién nos salva?
de los arrollamientos del corazón
de las relaciones estornudo
de la dicotomía sexo – sentido
¡Que se salven los desdichados!
¡Que placer el de burlarnos de nuestro propio juicio!
Nadie nos salva cuando somos adictos a no ser salvados
a desear ser arrastrados por las corrientes del sentir
del vivir sin cordura
de soñar sin juicio
apelando a la inconsciencia
amando lo que se presenta
sin distinciones…
sin fronteras.
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