Eran sus labios las primicias de la vendimia, ¿como no querer quedarme ahí y cosecharlos para siempre? Porque un día fueron macerados con la furia insulsa de la desilusión, para después ser trillados por el olvido… Venid a mis manos vid mía, dejad que mis dedos acaricien tu mosto, dejadme revivir la semilla que alguien algún dia dejo olvidada. Dejadme ponerte una guía, para que tus pasos se queden bien firmes, para que tu vida sea retomada por ti, que tu corazón vuelva a latir y tus frutos a brotar. Venid, amada mía, para arroparte con ternura, que tus más brillantes jubileos aún no brotan ¿me dejaras presenciarlos? Crece a mi lado y florece vivante, que de tu interior vendrá el vino que me regocije el alma mortal. Deja que beba de ti y embriagarme de tus cosechas. Quiero catar cada una de tus añadas.

-Ernesto

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS