De Amor y Suicidio

De Amor y Suicidio

moni burs

27/10/2017

Enero de 1960

Sentada en mi cama, no me cansaba de contar 1, 2, 3… y continuaba la noche siguiente.

-¿Ma, que viene después de 194.999?

Yo quería llegar al infinito…, me era imperioso saber si allí, Dios nos hablaba.

-Nena, dormite de una vez, mamá me traía a la realidad.

A lo lejos, risas y gritos ahogados. Muchachos que saldrían del boliche… Lugares prohibidos

Las puertas que daban al patio, abiertas, para aspirar algo de fresco.

999.999… yo seguía, terca y entusiasta como solamente puede serlo una niña…

Te conocí. Buenos Aires, Santa Fe y Callao 16 hs, diciembre de 2011

Graciosamente dijiste, “no me gusta pagar para que me calienten el agua”.

Remabas contra la cultura de Buenos Aires que enaltece notablemente sus bares.

-Ven a casa que yo te hago el té, amor a primera vista-explicarías luego.

Y entonces lo ví.

Había esperado medio siglo pero ahí estaba.

El infinito misterioso, en tus ojos.

Una tristeza infinita de color verde.

Y bailamos.

Desabotonaste tu camisa… y bailamos

Cumbia, rock, folklore

Y me enamoré del baile…

Y como un pirata avaro que todos los días mira sus monedas de oro, guardé en secreto mi felicidad.

Dibujé «Bailarín con sombrero»

Y casi sin que me dé cuenta me hablaste de tu mamá.

-Quiero regalarte la vajilla de mamá, dijiste

-No, gracias

-Quiero que la tengas. A Rosa le gustaría

-¿Le preguntaste?-Silencio (Obviamente, me dije, no le preguntó)

Trajiste su vajilla, de a poco. En cajas y cajitas.

Fue uno de los regalos más lindos que recibí en mi vida.

Quizá en agradecimiento, le llevé a Rosita colores y hojas gruesas, profesionales, para dibujo.

Nos desplazamos al patio del Hogar.

Acomodaste su silla de ruedas y tomaste asiento a mi lado.

Los otros viejitos estaban en su mundo

Ella casi no veía pero igual dibujaba con mano experta.

Hermoso paisaje. Había sido artista, cualquiera se daría cuenta

Profesora de arte, inmigrante rumana, amiga de Quinquela

Juntabas revistas y le llevabas. Ella contenta.

¿Para que querría Rosa, que no podía leer, tantos papeles?

Pinté «Mujer pintando en el siglo IX»

Nosotros nos conocimos en otra época, dijiste.

Tus palabras resonaron, serias y circunspectas

No pude parar de reír, por tu ocurrencia

Tu mamá, longeva, fue la mía.

Y las canciones de Europa, que cantábamos juntas en el Hogar, me acercaron a mis ancestros.

En verano, disfrutábamos de la playa.

Ese día, nos perseguía una tormenta.

Corrimos. El cielo se tornaba cada vez más negro

Las olas del mar cada vez más altas

Corrimos. Hasta llegar a zona segura y nos reímos

La noche fue mágica

En el final de la historia: rica polenta con queso y tu amor inmenso como el mar.

Un señor leía en la playa, y llamé a mi pintura «vacaciones burguesas»

¿Vos fingís? me preguntaste

-Peor, yo finjo que finjo.

– ¿Fingís o no? Repreguntabas una sola vez.

– Ya te dije mivi, yo te llamaba mivi, finjo que finjo

Diste por terminada la conversación.

A mí no me gusta que me pregunten por mi disfrute, me da pudor.

Me gustó nuestra intimidad la primera vez y más aún la última cuando el amor ya había brotado

Y un día me hablaste de tu amigo y de tu hijo y de un abogado al cual llamabas papá.

Habías tenido un hijo. Se había ido lejos.

El dolor de no tenerlo era tan grande que evitabas nombrarlo.

Ahorrabas pesos argentinos para él.

Algún día ibas a ser millonario, ibas a cobrar un dinero, una deuda que alguien tenía contigo.

Darías la vuelta al mundo en un crucero.

Ya no necesitarías trabajar, y tu hijo iba a tener su auto, su casa propia y por lo tanto una buena mujer.

De vez en cuando hablábamos de nuestro futuro

Pasaba una viejita mandona y un viejito chueco

-Nosotros dentro de 20 años, asegurabas con tono grave

Yo unía, cosía tus palabras con hilos invisibles, hasta pincelar un futuro con acuarelas diluidas.

Un piso alto en Mar del Plata,

la ciudad donde los mayores van a gastar su jubilación.

Juntos para siempre, como en los finales de las novelas

Soñé dando la espalda a nuestras propias realidades

La despedida fue el 16 de octubre del 2016

-Me voy un día capicúa, me dijiste.

“16 no es capicúa de 16”, estallé… sin saber de qué hablábamos… pero con la certeza de que tu idea era mala.

Te ibas. Desesperada, quise huir.

No me dejes amiga del alma, me dijiste, no puedo vivir sin vos.

Y te fuiste.

Dibujé un «Paisaje desolado» sin marco y sin palabras

Alguna noche cuando te sueño

Me parece que aún estás conmigo

Omito el llamado de tu hijo: “papá se mató. Hubo que dar aviso a la policía “

Surcaste mi vida. Tan rápido, tan eterno para mí.

Me dejaste tu perfume, tu alegría, tu amor…

Ahora el silencio

Elegiste el vacío atraído por la inmensidad

O quizás empujado por un maldito número capicúa

¿Fue un desesperado sentimiento de soledad? ¿La melancolía de tu madre asumida en tu corazón?… quizá el amor… o el odio…

Lo cierto es que no estás.

Lo cierto es que nos amamos.

Nos amamos tanto

que no fue necesario publicarlo en face, ni en instagram.

Nos amamos tanto

que ya nada nos separa, ni la poesía, ni la policía, ni la muerte.

Solo nosotros. ¡Ya nadie nos quita lo bailado!

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS