No te cortes: escribe algo

No te cortes: escribe algo

Pau González

20/09/2017

Y qué puedo decir;

Lagunas por la luna sin mirar el cielo. Observas el horizonte diagramando una hermosa aventura. Si te quedas quieto puedes sentir como pasa por el agujero negro tu vida pasada.

Cuando caminas por esas veredas llenas de siluetas incandescentes te das cuenta que viviste. Que todo valió la pena y el desafío de sentir. Aunque trates de esquivar balas con alas de cantor sabes que tenías que recibirlas y ser lo que eres hoy. Todas esas siluetas viven en ti de alguna forma, marcando tu paso a seguir.

El silencio es un arma con un filo aterrador, te da vuelta la cabeza hasta deformarte. Te incita a pensar lo que sólo debiese quedar en tu corazón. Lo sentí vibrar dentro mío cuando caminaba por aquella avenida, mas seguí alejándome con una entereza medio brusca y con hormigueo en las piernas. Todo me llegó a la sangre y los ojos.

Ahora siento el calor en mi espalda y los pájaros contándome sus historias más amargas. Estoy serena, como me encanta esa palabra. Serena, serena, serena. Tanta calma entre tormentas nocturnas dosifican todo pesar. El ladrido brota y remoja el pensamiento que me alberga. Sigo su consejo.

Licenciada en contradicciones. Razón y pasión en la encrucijada. Yo, que siempre le doy la espalda al corazón y me agarro de una racionalidad ante todo, me dejé llevar por un sentimiento desbordante que me toma de la mano y me empuja al abismo. Y es así cómo termina en palabras, en desahogos, en derramar letras. No lo tiro al simple viento sin pensarlo. Aún mi prudencia no me deja.

Sólo existe aquí, en su expresión máxima y en su término.

Dejando lejos los momentos que hacen de un día tonto. Soy joven e inexperta. Soy todo lo que he sido por falta de experiencia. No le tengo miedo a la muerte, la respeto. No sé nada más de lo que se. Aprender y descubrir tanto es mi mejor arma. Es mi mayor ideal. El sol es el mismo visto desde una forma relativa.

Es bueno abrazarse con los pies y sentir el corazón palpitar despacio. Y encontrarse débil, delirante, vulnerable. Es ahí cuando llega el sollozo de sentir tanto. Siento tanto.

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