La vida es un instante que pasa y no vuelve…….

El sol se despedía, y el joven caminaba junto a la anciana del molino amarillo…… Estaban conversando sobre la vida, y de repente, el joven le preguntó:

-¿Que cosa es lo que más te gusta de la vida, anciana?-

La mujer, mientras tanto, se entretenía en fijar sus ojos en el ocaso del día, hasta que finalmente, respondió:

-Los atardeceres- eso es lo que mas me gusta de mi vida!

El joven, confundido le preguntó:

– ¿No te gustan más los amaneceres? Mira que no he visto cosa más hermosa que el nacimiento del sol allá, detrás de las verdes colinas….. sabes? yo prefiero los amaneceres -exclamó-

La anciana dejó sobre el suelo la canastilla de espigas que sus arrugadas manos llevaban y. dirigiéndose hacia el joven, con tono de voz dulce y conciliador, dijo:

– Los amaneceres son bellos, sí! Pero las puestas de sol me dicen más…… Son momentos en los que me gusta reflexionar y pensar mucho. Son momentos que me dicen cosas de mí misma.

– ¿Cosas?, ¿De ti misma…? –inquirió el joven- ….. El, realmente, no sabía a qué se refería la anciana con aquella frase.

Por eso, y antes de cerrar la puerta del molino amarillo, la anciana añadió:

-Claro! la vida es como un amanecer para los jóvenes como tú, pero….. para los ancianos como yo, es un bello atardecer!…… Lo que al inicio es precioso, al final llega a ser plenamente hermoso, por eso prefiero los atardeceres…….. ¡mira! -añadió-

La anciana apuntó con su mano hacia el horizonte….. El sol se ocultaba, y un cálido color rosado se extendía por todo el cielo.

El joven guardó silencio y quedó absorto, anonadado, ante tanta belleza.

La vida es un instante que pasa y no vuelve -añadió la anciana- Comienza con un fresco amanecer, y como un atardecer sereno se nos va……. Así pues, de nosotros depende que el sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”, ilumine con hermosos colores su despedida…….colores, que sean los recuerdos bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro lado, aquellas que de nosotros aprendieron, aquellas de las cuales nosotros «también» aprendimos, y a las cuales dejamos, en herencia, un trocito de corazón!

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