Ahora que al fin descubrimos la verdad que tanto sospechábamos, sabíamos de su existencia, pero preferíamos dar el beneficio de la duda por temor a «perder»…pero en realidad nos preguntamos : «¿perder qué? ¿una ilusión? ¿una mentira? Por fin nos desengañamos y se nos cae esa venda de los ojos y empiezan a surgir una ola de sentimientos ridículos que te atormentan.

Esa mezcla de dolor, con enojo, odio, rencor, una avalancha de estúpidos recuerdos que te hacen sentir ese escalofrío recorriendo tu ser, adentrándose en tus músculos y llegando a tus huesos causando un frío en el alma tan sensible que hasta el roce del agua es como si mil alfileres penetraran tu cuerpo.

Ya sabemos la verdad… Qué haremos con ella, ignorarla, enfrentarla, tendremos el valor de tomar la decisión que nos conviene?

Y lo más grave del asunto es que siempre hemos sabido qué hacer, porque en realidad somos más listos de lo que nos juzgan, sin embargo, para nuestra desgracia, somos movidos por emociones.

Pero hagamos lo que tengamos que hacer, la verdad no siempre es dulce al oído, pero es auténtica y es justo conocerla.

Lancemos al olvido todo aquello que no practique verdad y sinceridad … fuera!!!! a un lado; no somos perfectos, pero al menos seremos transparentes.

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