Los placeres de un mediocre son, sin duda, placeres elevados, de alta exigencia. Lo sé porque yo lo soy, soy un mediocre de primera, de fina y suprema categoría, pocos como yo, diría, hay hoy en día.
Los hay en mínimos numeros, porque pesa enormes cantidades tal responsabilidad, y porque además ser mediocre implica siempre sacrificios, hay siempre un trazo, un fino cierre, el último suspiro, la conclusión de un diálogo; pero por supuesto, siempre hay algo que se quiere terminar.
OPINIONES Y COMENTARIOS