La suave luz de luna iluminaba el claro en el que ella se encontraba, rodeada de árboles de troncos enormes y muy altos, sus hojas se mecían suavemente con la cálida brisa de verano. El cielo, sin una nube, mostraba todo su esplendor, el manto de estrellas que cubría el cielo era suficiente para iluminar tal bella obra de arte. Ella, una mujer de pelo oscuro, corto, brillante como las estrellas del cielo, su piel era blanca y lisa como la más fina seda. Se encontraba acostada mirando el cielo, con la vista perdida en el más allá, sonriendo a la vida por esa oportunidad, de estar allí recostada admirando semejante paisaje, pensaba que no podría estar mejor…

Dentro del bosque, un viajero se perdió en la inmensidad de sus árboles, era tan tupido que no había forma de darse cuenta en qué dirección ir, cansado de caminar estuvo a punto de darse por vencido, hasta que de pronto, a lo lejos, vio luz…

Despacio se acercó y se escondió detrás de un árbol, creía que estaba soñando, presa del delirio por la falta de agua y alimento. En medio del claro vio a una bella joven, con la sonrisa más hermosa que jamás había visto, su piel brillaba de tal manera que parecía reflejar las estrellas, sin duda alguna no pertenecía a este mundo…

-Debería ir a hablarle, de todas formas debo estar soñando…-pensó. Se acercó despacio, aunque pensó que tal vez era mejor hacerse notar para evitar asustar a tan hermoso ser, pero algo le dijo que no iba a ser así…

Al estar muy cerca de ella, para sorpresa de él, era humana, estaba totalmente desnuda sobre la hierba y sus ojos marrones reflejaban el manto de estrellas que cubría el cielo.

-Siéntate y dime tu nombre, no seas tímido- le dijo ella sin siquiera desviar la mirada del cielo.

-¿Cómo supiste que estaba aquí? No he hecho ningún sonido. ¿Quién eres?, hermosa mujer entre todas las mujeres ¿De dónde provienes? ¿Eres un dulce sueño o un simple delirio de este pobre viajero?

-Haces demasiadas preguntas, mira hacia arriba y dime que ves.

Levantó suavemente su mirada y quedó estupefacto, el cielo brillaba más intenso que nunca, las estrellas parecían estar al alcance de su mano, y sin embargo estaban muy lejos. -E..es increíble, nunca había visto un cielo tan hermoso.

-Así es, y sólo aquí podrás apreciarlo.- le respondió.

El decidió seguir su consejo y se sentó a su lado a contemplar las estrellas, el cielo lo atrapaba como la belleza de la mujer…

-Dime viajero, ¿quién eres y que te trae por aquí?

-Mi nombre es Rodrigo y no era mi intención llegar a este lugar, ni conocerte a ti ni ver este hermoso cielo. Iba en dirección a un campamento cercano pero me perdí entre la inmensidad de este bosque… Y tú, ¿Quién eres?- Le preguntó, mientras admiraba su belleza.

-Mi nombre es Natalia y vivo aquí.

-¿Como que vives aquí? No veo que haya un hogar, o una hoguera para calentarse en las noches frías, o donde puedas alimentar tu cuerpo hambriento.

-Esas necesidades mundanas que alguna vez fueron necesarias para mí también, hoy no lo son… alimento mi espíritu con la energía de este bosque, de las estrellas, de las plantas que me rodean y los insectos que conviven conmigo, del agua que corre en el río y los peces que en el viven y todo lo que este bosque encierra…

Sin poder responder a semejante declaración, se quedó callado… Era difícil que alguien como él no tuviera nada que decir, siempre tenía algo para decir, pero esa vez, había quedado sin habla…

-Sin duda alguna tu sabes cosas que yo no, vives la vida de una manera diferente y ves la vida desde otra perspectiva, ¿Que es lo que te retiene aquí?

-Mi propia voluntad… En este lugar descubrí la felicidad, descubrí la paz de mi alma.

Sin duda alguna ese lugar encerraba algo mágico, algo ilógico, algo que iba en contra de todas sus creencias…

-Quiero decirte Natalia, que jamás había visto una sonrisa tan deslumbrante y que reconfortara mi corazón de la manera que lo hace la tuya, nunca había visto una mujer tan hermosa como tú, ¿Porque estoy aquí? ¿Acaso me trajiste tú?

-¿Yo? Estuve aquí acostada todo este tiempo, admirando el bello cielo sobre nosotros, pero si quieres buscar una respuesta, piensa, ¿Hay algo que haya pasado por casualidad alguna vez? ¿Podías haber tomado otra ruta para ir al campamento? ¿Hubo algún percance en el camino? O, ¿solamente por capricho, decidiste internarte en este espeso bosque? Sea lo que sea, fue tu decisión lo que te llevo a mí, y por eso, estamos aquí los dos…

Nuevamente volvió a quedar sin habla, pensó y pensó, y lo único que pudo deducir, es que fue obra del destino… En el preciso momento que lo dedujo, ella volteó su rostro y lo miró directamente a los ojos. Quedó impactado ante semejante belleza… No había palabras ni adjetivos tan bellos para poder describir a tal mujer. Sus labios, entre abiertos como una rosa en las mañanas, con sus pétalos rojos esperando a ser admirados, su aroma llegaba hasta él, como el dulce aroma de los jazmines, impregnaba su nariz.

-No puedo describir el torbellino de emociones y sensaciones que ocurren dentro de mí en este momento….-le dijo sin dejar de admirarla.

-Gracias, me siento halagada ante semejantes palabras. Por algo estas aquí, y yo también, por algo el destino decidió juntarnos y darnos la oportunidad de estar en este preciso momento en este preciso lugar…

-Tengo miedo que sea un sueño, y si lo es, no quiero despertar jamás…

-Eres tú el que decide si es tu sueño, o tu realidad, sigue tus instintos…

Sin pensarlo dos veces, se acercó suavemente y posó sus labios sobre los de ella… Comenzó a besar suavemente sus labios, acariciando su cabello sedoso, brillante y negro, la humedad y el sabor de su boca lo embriagaban sin parar, quería seguir besándola por siempre…

En ese momento ella se separó de él, lo recostó en el suelo, y apoyo su cabeza en su pecho.

-Hermoso sonido el de tu corazón, hermosos tus besos y tus caricias, gracias.-le dijo mirándolo sin levantar su mirada.

El siguió acariciando su cabeza y su espalda desnuda, contemplando su belleza y la de su entorno.

De a poco fue quedándose dormido, y cuando despertó, estaba en su cama, en su casa, donde siempre había vivido, y la mujer de sus sueños, no era otra, que su propia esposa….


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