Esta ausencia tuya sabe amarga, como cada madrugada esperando desde mi ventana a que la luz consuma nuevamente mis esperanzas. De dormirme contigo, de abrazarme contigo, de amanecer contigo.
Me olvidaste como tantas veces tu reloj en el buró, y me he quedado como quedan todas las cosas de quien fallece y no vuelve más a casa, nos dejaste como desprendiéndote del tiempo entre los dos, dejándonos envolver del polvo que en noches de desvelo nos solíamos soplar.
Y después de tantas noches abrazada al molde de tu cuerpo hundido, terminé por aceptar la derrota de nuestro amor fundido.
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