Quien pierde la capacidad de ser libre, de disfrutar de la libertad, de sentirla, de olerla, de correr con ella de la mano. ¡Ay! pobre aquel deshumanizado monstruo encerrado, confinado a la observación, a la degradación y la injusticia, confinado a pasar años oliendo su propia mierda, a pasar aislado, desequilibrado y perdiendo la poca cordura y sensatez, hasta la fe. Pobre monstruo de Frankenstein, te oí decir una vez: » Una parte de mi es humana, y lucho contra todo pronostico desgarrador, por que nunca se vaya, si se va, preferiría morir» Y aquí estoy yo, en medio de este mundo, sintiendo esa condena, impedida por la distancia y el poder, atada de pies y manos a una libertad no tan liberada. Pero ¿que se puede hacer? Si no es sentir angustia ante tal sesgo. Y es que hablar de libertad es hablar de humanidad, ahora que vamos deshumanizando a todo aquel que no se ajusta al plan societario. ¡Impotencia! ¡Impotencia! Si, miedo también. ¿Que ha de hacer este mundo con nosotros ?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS