Cuando decidí amarme por sobre todas las cosas, primero, estuve en un lugar de mi memoria que no conocía, pero que al visitarlo, vi que estaba en ruinas y sus pedazos causaban dolor; entonces supe inmediatamente que para mitigar el dolor y suprimirlo, debía empezar a limpiarlo, a curarlo para que sanara; así los escombros esparcidos por doquier, no me lastimarían más.
Decidí darme amor, hacer las cosas por satisfacción de mí misma, luchar para conseguir lo que YO quería; ya que comprendí que si quiero, deseo o necesito algo, yo misma lo puedo hacer realidad por mis propios medios. Yo misma me puedo complacer siempre.
Me infundí ánimos; no me permití seguir pensando que no podía, me repetía «tú puedes, siempre puedes«; no permití un bajón más de autoestima. Y fui valiente porque me amé y quería sanar.
¿Y saben lo mejor de todo? Que entre el caos, la incertidumbre y el miedo, realmente sané, y ocurrió una metamorfosis en mí.
Aunque parezca fácil, no lo es, reconstruí ese lugar en mi memoria donde sólo había caos.
Y me sigo amando siempre; no permito que lo que construí se derrumbe bajo ninguna circunstancia, pues intento que las bases que lo sustentan, tengan mayor firmeza cada día.
Hasta que Dios diga.
OPINIONES Y COMENTARIOS