Despacio y de puntillas,
como una bailarina
abrazada por el estruendo
de un público ensordecido,
nos acerca el tiempo
a aquello
que está palpitando.
Despacio y de puntillas,
como una bailarina
abrazada por el estruendo
de un público ensordecido,
nos acerca el tiempo
a aquello
que está palpitando.
OPINIONES Y COMENTARIOS