Anatomía del corazón roto.

Anatomía del corazón roto.

Coco nut

07/09/2017

Sufrir de un corazón roto es tan horrible-. Dije para mis adentros.

No se lo deseo ni a mi peor enemigo, son tantas cosas que sientes. El odio es uno de esos tantos sentimientos que abarcan este sufrimiento. Aunque no odio a la persona que hizo esto, No. claro que no. Me odio a mí mismo por dejar que esto sucediera, soy tan estúpido. Pero estoy decidido y quiero detenerlo.

Sentado en el borde de mi cama, continuaba mirando las fisuras de las paredes. Con un movimiento lento y sensato salí de mi habitación con dirección hacia mi desolada cocina. Frente a los cajones de utensilios me detuve un rato nuevamente pensando, mis compañeros dirían que jamás había pensado tanto en mi vida.

Observando la diversidad de cuchillos y cubiertos, logré decidirme por uno. Tomé el cuchillo más afilado y volví a mi habitación.

Los médicos nos cuentan que la sangre se encuentra en cualquier parte de nuestro cuerpo, y se concentra más que todo en nuestro corazón.

¡Qué estúpido!-. Pensé. ¿A quién se le habrá ocurrido colocar el trabajo más importante del cuerpo humano a un órgano tan inservible, sensible, frágil y tan fácil de destrozar?

Haciendo caso omiso a la anatomía tan inútil del ser humano, proseguí con lo que hacía. Entonces, lo que se me ocurría era que, si atravesaba mi corazón con el cuchillo sólo saldría sangre por todos lados, me desplomaría y sería el fin. Quise confirmar esta hipótesis.

Coloqué el cuchillo justo en el lado izquierdo de mi pecho, en el lugar donde está el corazón y miré una vez más a mí alrededor. Una habitación solitaria, de un color azul oscuro que mirarlo te provocaba tristeza, tal vez un poco de lástima por aquél individuo que residía en aquella triste y solitaria habitación. Un par de cuadros colgados en las paredes, algunos diplomas, trofeos por ferias de ciencias ganadas en la secundaria del 96, y nada más.

¡Qué vida tan mísera, y nada productiva tuve!-. Exclamé. Siento vergüenza de mí mismo.

Con todos estos pensamientos en mi cabeza, que no paraban de rodar, fue el impulso necesario para poder clavar por fin el arma en mi pecho. Cuando lo hice nada salió. A pesar de eso, un agujero enorme se observaba ahora en mi pecho.

¿Cómo un simple cuchillo podría hacer eso siquiera? Esto no tiene lógica.

Me acerqué al espejo para observar mejor la escena, con pasos cortos pero seguros caminé por la mitad de la habitación.

Cuando logré por fin enfocar la vista frente al espejo, pude diferenciar que aún se veía mi corazón, seguía ahí, todavía sin ser tocado por esta arma mortal.

Pensé que algo así me mataría-. Dije confundido.

¡Quién diría que intentar morír resultaría tan confuso!

Sin embargo mi corazón seguía ahí sin ningún daño. ¿No creen que es algo absurdo? La única diferencia era que estaba inmóvil, ningún movimiento procedía de aquél órgano tan importante de la anatomía del ser humano. Tal órgano que nos mantenía con vida con cada uno de sus palpitaciones, a pesar de eso, mi corazón no emitía ningún movimiento, se encontraba paralizado, y yo seguía allí de pie. Estaba de un grisáceo oscuro, daba asco.

No tenía vida. No obstante yo seguía ahí, de pie frente al espejo, sin embargo ¿cómo podría ser eso posible?

Unos minutos allí de pie observando aquel agujero en mi pecho. Aquél órgano ahora inútil que siempre me ayudó a mantenerme con vida, ahora no se movía. Venía a mi la conclusión de que, sí, que te rompan el corazón es horrible, pero ¿acaso no sólo necesitas otro impulso para volver a vivir? 

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