PERMISO,PARA PASAR POR AQUI…..

PERMISO,PARA PASAR POR AQUI…..

Pedro Mendoza, hombre viejo y curtido de la región, visitaba aquella tarde la hacienda, las flores de propiedad de Ernesto Paternostro, ganadero y agricultor, persona de mucho dinero y prestigio en la comarca, poseía mas de mil hectáreas de tierra fértil y contaba con más de cinco mil cabezas de ganado tipo exportación, su hacienda poseía una casa de dos plantas con pisos de mármol y finos acabados, había en la parte posterior de la casa dos kioscos de fina palma y una hermosa piscina en el medio, rodeada de un jardín y muchas palmeras, de origen español y muy ceñido a sus costumbres mediterráneas, siempre usaba un revólver al cinto y vestía ropas de hacendado, de finas marcas, botas tipo brama y correa ancha, estaba casado con doña Flor Maestre, gran dama de la región de córdoba, tenía una hija de dieciséis años llamada Flor Marina, la cual, al igual que su esposa era la luz de sus ojos, de allí, el nombre de la hacienda en la cual vivian,ya que la casa principal, quedaba a escasos cinco kilómetros de montería.—Cuenteme,Pedro que lo trae por aquí? Le pregunto paternóstro al visitante con un dejo de antipatía, pues presentía que como siempre venia a proponer compra de ganado a menor precio, para luego negociarlo a los verdaderos compradores a más costo, pues eso era lo que representaba Pedro Mendoza un comisionista en compraventa de ganado en toda la región de Córdoba,-pues don Ernesto, como le digo, vengo de comisión, pero no a comprar ganado, me están pagando para que venga a hablar con usted—respondió el hombre de aspecto lánguido y sudoroso,– y esa vaina que es lo que quiere,– hable ya, no tengo toda la tarde—interrogo don Ernesto, más molesto aun, esta actitud desespero un poco al comisionista, pues en realidad la misión que llevaba no era muy fácil de explicar y mucho menos de proponerle a aquel hombre escurridizo y malgeniado, y lo que era más ,lleno de plata y poder—mire patrón,ud perdonara, sé que no soy santo de su devoción, pero tengo que proponerle un negocio algo extraño; difícil de plantear, debido a su naturaleza absurda y poco común, de verdad, perdone Ud.-este planteamiento hizo que el hacendado frunciera el ceño, un poco intrigado, más al ver la angustia del hombre, quién hasta ese momento lograba su atención,-bueno hombre,calmese,vamos a tomar un café tinto y me cuenta—DIJO EL HACENDADO, con voz grave, hecho seguido, tomó el termo y sirvió las dos tazas, invitando al visitante a sentarse.

Los naranjos florecían caprichosamente, en aquella región ganadera, llenando con su aroma, todos los rincones de la hacienda, los trabajadores realizaban su labor, resignados a su suerte, tenían un trabajo al menos, fijo y de pago puntual, pero no tenían más esperanzas, pues en nuestro país, reina la condición: los ricos seguirán siendo más ricos y los pobres, más pobres; el trabajo del campo, es el más mal pago, que existe en la vida, sus raíces son casi, casi de la misma esclavitud, sin ningún derecho adicional, pues el amo, no lo permite, es un fiel guardián de sus bienes.

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