Procesos De Vida: El Desierto

Procesos De Vida: El Desierto

Armando Benitez

19/08/2017

Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua.

Antoine de Saint-Exupéry.

Se acercan épocas navideñas, debería de prosperar la felicidad pero ese sentimiento me es escaso ahora, habrá comida deliciosa a montones, fiestas y convivios… pero es lo que menos me interesa. ¿Por qué lo hacemos?, será que en verdad es por encontrar un futuro mejor, tener mejor vida y ganar más dinero o es porque nos dejamos llevar por nuestro instinto primitivo de querer recorrer nuevas tierras… ya saben “The American Dream” creo que sería más correcto “The American death” siendo sinceros no noto la diferencia, ambos son tan similares durante el transcurso.

¡México! ¿Quién no conoce los tacos?, el tequila, los tamales, el día de muertos, sus hermosas playas, la calidez de sus tierras, comida exótica y picante, petróleo, minerales, flora, fauna, selva, desierto… es todo un carnaval de emociones y experiencias, todo es simplemente hermoso, el problema aquí no es “México” si no quien lo gobierna, nadie lo oculta, es algo frío y crudo, nadie dijo que la vida sería fácil, en especial cuando es lo que te enseñan por vivir entre el lodo.

No he tenido conocimiento de el desde la última vez que lo vi, solo le grité y me alejé, no tenía la remota idea de todo lo que sufriría.

Llegó noche buena, navidad… el cumpleaños de mi padre, espero que descanses en paz, al menos espero que estés en un lugar mejor… si yo tuve una amarga navidad, no quiero ni imaginar la que vivió el allí a fuera. 2 de enero, entró una llamada de un numero extranjero, contesté rápidamente, sabía que era él, tuvieron bastantes inconvenientes pero estaba bien, estaban reposando sus heridas, mentalizándose para su nueva vida, estaban felices de no haber sido tragados por el desierto, al fin habían conseguido su sueño, en adelante solo éramos mi madre y yo, el problema, es que jamás estaba con ella.

Ese año fue mi primer encuentro real con lo que era la soledad y lo difícil que en verdad era la vida, sin el que siempre me apoyó, que estuvo conmigo en los momentos difíciles, debía ser alguien autónomo y conocer las implicaciones de ello, como dije antes… la vida no es fácil, malas amistades, sueldos bajos, sobre explotación, drogas, alcohol, todo combinado con una sociedad que no logra salir del abismo y parece que cada vez caemos más al fondo, rápidamente entendí que tenía que buscar algo mejor y comenzar a escalar de nuevo, ¿Cómo? Mi mente solo pensaba en 2 opciones, terminar mis estudios lo cual ya no era muy fiable a mí pensar o ir tras el sueño americano como la vida me había mostrado.

Así fue como entró a mi cabeza, como una espina hundiéndose cada vez más sobre mi piel, más dinero, la oportunidad de progresar y el tener una mejor vida… parecía un sueño, creo que esa es la diferencia entre soñar y despertar.

Pasó el año, no tenía mucho contacto con él, no eran largas nuestras platicas, el hablar con él solo lograba plantearme más el querer irme de este lugar, al fin de cuentas ya había caído en el abismo, mi pareja se había ido, no tenía empleo y cada vez crecían más mis adicciones, vaya reputación la que llevaba, no ocultaba nada, sabía que ya habían repetido la hazaña de nuevo, así que decidí ser participe en el siguiente viaje, debía hacer algo de mi vida y nadie me iba a detener, así fue… una vez hablado, comenzó todo.

Primera semana.

El viaje fue pospuesto por 2 semanas más, ¡Qué gran inicio! Pero al final fue perfecto, mi cuerpo era delgado y sin fuerza, era demasiado el riesgo que infringía, en especial por el peso que llevaríamos, ese era el mayor temor de todos, era muy notable la condición física que tenía para caminar, pero no por días, mucho menos con peso, al menos debía acostumbrar mi espalda, así que tomé una mochila, la llene de libros y fui a recorrer la ciudad.

Tenía esa mochila puesta todo el día, de arriba abajo, de un lado al otro, terminaba demasiado exhausto, pero mientras los días transcurrían, comenzaba a sentirla más ligera, quizá era porque no sentís mis brazos, de alguna manera sabía que me ayudaría, no era nada comparada con el peso original pero al menos me daba una idea. Fue toda la semana, desde que abandonaba hasta que regresaba a mi hogar, intentaba aumentar el peso lo máximo posible, caminaba por cerros, colonias, carreteras, contaba los kilómetros que aparecían en las señales de tránsito, solo con mis audífonos, una botella de agua y algo de comida, la semana siguiente solo me despedí de personas cercanas y repose mi cuerpo.

Día 1

Le dije a mi madre que le amaba y a su novio que la cuidara mucho, Salí de mi hogar, solo llevaba mi mochila, algunos cambios, documentos y recuerdos. Nos llevaron a la central, abordamos un autobús y nos dirigimos fuera de nuestra localidad, éramos 4 personas las que viajábamos juntos, personas que conocía, amigos en los que confiaba, todos nos apoyamos moralmente, una vez allí, nos comentaron que saldríamos el día siguiente, nos llevaron al cuarto de un departamento un poco lúgubre, en el cual solo había una cama y algunos muebles. Nadie sabía qué hacer, nos parábamos, nos sentábamos, algunos acostados… yo solo quería que todo comenzara y terminara de una vez.

Día 2

Sin comer nada desde el día que partimos, aprovechamos que no había nadie en el departamento, reunimos algo de dinero que teníamos cada uno, localice una tienda cercana, compramos algunos panes, leche y galletas, empezaba a atardecer y no había señales de nadie, todos empezábamos a impacientarnos y pensar lo peor.

Finalmente una vez que llegaron por nosotros, abordamos un auto lujoso que nos llevó a las afueras de la ciudad, nos dejó en las orillas de una carretera, allí ya nos esperaban 2 tipos más, bajamos y trotamos dentro del desierto, paramos en un arroyo seco, debajo de un arbusto enorme yacían ya todo lo que necesitábamos, agua, comida, ropa, mochilas, etcétera. Recuerdo que uno de mis amigos decirme en tono sarcástico al levantar la mochila:

-Esto era lo que tanto anhelabas, ¿no?-

Solo sonreí, pero al levantarla realmente por mi mente pasaba:

-¿En qué diablos me he metido?-

Ajustamos las mochilas y nos pusimos lo necesario para comenzar a caminar, empezaba a obscurecer y las temperaturas descendían drásticamente de noche, aun con todo lo que llevaba puesto sobre mí, sentía perfectamente como el frío seco del desierto congelaba cada fibra de mi cuerpo, debíamos alejarnos lo más rápido posible de la carretera, apenas podía seguir el paso de ellos, si no fuera por los pequeños descansos que hacíamos cada 10 minutos los hubiera perdido de vista desde el primer día, todo era muy obscuro, la visión muy poca, el camino muy tedioso, complicado… repleto de espinas de diferentes tamaños, colores y formas, pero todas tenían algo en común, podían atravesar mi ropa, mi piel, también en algunos mis tenis.

Caminamos lo suficientemente lejos, paramos en otro arroyo seco, en cuanto paramos, solo me tire de espaldas y estuve allí tirado por algunos minutos boca arriba, respirando hondo para poder recuperar mi aliento.

Una vez de nuevo en órbita, por órdenes del guía debíamos esconder todo fuera de la vista de todos, alistamos el lugar donde descansaríamos lo que resta de la noche, comimos algo y nos recostamos en completo silencio, no era permitido, ni recomendado decir un sola palabra ni hacer mucho ruido, aun no cruzábamos la frontera pero era un lugar de peligro. Sin poder dormir… solo observaba las estrellas, a pesar de la situación difícil e incómoda, podías apreciar un cielo hermoso, sin luz, solo estrellas, todas brillaban tanto, quizá era por lo duro que era el piso en el que nos recostábamos, por las espinas que aún estaban enterradas en algunas parte de mi cuerpo, por el frío que recorría todo mi cuerpo y llegaba a mis huesos o incluso por el miedo de descubrir lo que nos guardaría el día siguiente, pero no pude cerrar mis ojos en toda la noche, solo sé que fueron las noches más largas de mi vida hasta ese momento.

Día 3

Después de una larga, fría e incómoda noche, de un desayuno crudo, sin sabor… de levantar todo y extraes lo que habíamos escondido la noche anterior, todo estaba listo para partir.

Sinceramente para mi este día solo fue un desperdicio de tiempo… caminamos por algunas horas por las orillas de la frontera, rodeando todo cerro que había enfrente, quizá era una táctica… quizá aún no era el momento de avanzar, pero llegamos relativamente rápido a nuestro destino, ni si quiera atardecía y eso fue todo.

Nos refugiamos, escondimos, comimos de nuevo, algunos fumaron un poco para bajar un poco el estrés, descansaron, durmieron, platicaron, mientras yo miraba la frontera…estaba enfrente de nosotros, 2 días en el desierto y aun seguíamos en México, llegó noche, descanse lo que no pude el día de ayer, en verdad lo necesitaba.

Día 4

A primera luz del día, recogimos todo, salimos lo más rápido posible, al parecer si lo era, no desayunamos nada, solo nos alejamos rápidamente, parece que a partir de ese momento comenzaría la presión realmente, vaya que no me equivocaba, como dije estábamos relativamente frente la frontera, “la división entre 2 países” todo lo crucial comenzaría una vez cruzáramos esa barda.

Guía:

-Quiero que pongan mucha atención por que no lo repetiré una vez que estemos allí, cruzaremos uno por uno, no quiero que toquen nada, no quiero que dejen ninguna huella y por lo que más quieran, sean lo más rápidos posibles…esta es una zona transitada por autoridades, necesito que nadie sepa que estuvimos o pasamos por aquí, quiero que sean fantasmas.-

Vaya que fueron claras sus palabras, nadie dijo una sola palabra, avanzaban tan rápido que por un momento los perdí de vista, cuidaba mis pasos, las cuerdas de los cuatro galones que colgaban de mi cuello, me quemaban a cada paso… me faltaba el aliento, sentía que en cualquier momento alguien llegaría, nos apuntaría con un arma a la cabeza y todo lo que ya habíamos hecho seria en vano.

Aun después de mi pensamiento negativo, de correr con una mochila hecha de costales la cual pesaba más de 60 kilos por una frontera… todo estaba bien, nadie lo había notado, había regresado con el grupo y nos alejábamos rápidamente de ese lugar, la tensión se sentía en el aire por cada paso que dabas… sentía miedo. Una vez ya alejados de la frontera, pude observar a lo lejos una pequeña manada de ciervos alimentándose.

Guía:

-¡Hey! Recuerdas que te dije que miraríamos ciervos… mira allá a lo lejos.-

Era la primera vez los veía en persona, un momento después nos observaron y se alejaron rápidamente.

Yo:

-Parece que no podremos casar ninguno.-

Guía:

-A menos que quiera ir a la cárcel… ¡no!-

Después de cruzar un gran llano, llegamos a unos pequeños cerros, el guía no se veía nada bien, parecía más cansado que nosotros aun cuando no llevaba carga, se recostó y quedó dormido, sin saber que estábamos a lado de una brecha por donde transitaban mucho, tampoco lo sabíamos nosotros, éramos turistas en ese lugar, al menos yo lo era, solo buscamos un lugar un poco más seguro y pasamos la noche allí sin molestarlo.

Día 5

Un día antes acabábamos de pasar un gran llano, para mi parecer no tenía fin, eran kilómetros y kilómetros de camino recto, cada vez parecía que se hacía más grande pero terminó y comenzaba un día nuevo. Una vez que despertamos, que el guía estaba de nuevo consiente, nos indicaron el nuevo camino por recorrer, me había arrepentido de haber preguntado… frente a nosotros había otro llano que debíamos cruzar el cual era 3 o 4 veces más grande que el anterior. Recogimos todo, comimos algo y unja vez todo listo, era tiempo de partir.

Las indicaciones eran claras, debemos llegar a “la aguja” era un gran cerro con una gran punta en la cima de él, era fácil de observar, el problema era que estaba al otro extremo del llano.

El camino era recto, no había inclinaciones, ni alturas, solo camino derecho y en ocasiones completamente despejado, era peligroso, extenso y al igual que el anterior parecía que no tenía fin y se alargaba aún más conforme caminábamos.

No basto con un solo día para salir de él, pero si para darme cuenta que mi cuerpo comenzaba a desgastarse, mis brazos marcados por los tirantes de las mochilas, cada vez me dolían y pesaban más, mis pies ya ampollados, hacían que fuera cada más incómodo el caminar… todo era difícil y el sol no ayudaba en nada, comenzaba a agotarse el agua y lo único bueno del transcurso era cuando parábamos para descansar.

Llegó noche, era evidente que el ambiente había cambiado, animales se escuchaban a lo lejos y el frío era mucho más fuerte en medio de allí, a comparación de los primeros días, quizá por el cansancio me era un poco más fácil conseguir el sueño.

Día 6

Estábamos más cerca de la aguja, pero no podía decirlo con certeza en esos momentos el tiempo era muy irrelevante y el camino muy engañoso… despertamos, de nuevo la misma rutina, un frío horrible, levantar nuestras cosas, comer algo y continuar, no hay mucho que decir, es increíble que estuviéramos caminando por 2 días seguidos en una sola zona, era el camino más recto y espinoso que había recorrido en toda mi vida.

Después de un largo transcurso, al final estábamos más cerca de esos cerros, nadie se había dado por vencido y aun que ya no me sentía con las mismas energías que antes sabía que lo habíamos logrado al fin, todo parecía perfecto hasta ahora, no sentía mucho mi cuerpo pero estaba feliz de salir al fin de ese lugar, en especial por la poca agua que teníamos.

Una vez allí el guía nos comentó que escondido entre los cerros yacía una reserva de agua resguardada, en la cual podían recoger agua, pero debían ser cuidadosos y rápidos, nos mandó a mí, junto con otras 2 personas a buscarla, debíamos rellenar algunos galones antes de que obscureciera, el problema era que nos alejábamos de todos, al menos 2 de nosotros no encontramos nada y ni tampoco el camino de regreso; era estúpido, estábamos relativamente cerca, solo que todo era tan parecido que aun que ya habíamos pasado el lugar sentíamos que aún no llegábamos, sin agua, sin rumbo, por suerte los 3 tipos que aún estaban escondidos nos observaron y nos gritaron, los cuales ya estaban detrás de nosotros. La tercera persona era un tipo duro en verdad, no le fue difícil encontrar la reserva, llenar sus galones, ni encontrar el camino de nuevo a nosotros, después de algún tiempo llegó sin problemas hasta en donde estábamos, me sentí inútil y solo me reí de nosotros junto con ellos.

Cruzamos alrededor de las faldas de esos cerros y descansamos, fueron días largos y pesados.

Día 7

Debido a nuestro percance con el agua el día anterior, la necesitábamos aún más, levantamos todo como cada día, desayunamos y partimos de nuevo, nuestro nuevo destino era un pozo que se encontraba en la cercanía de los cerros frente de nosotros.

El problema no era que estuvieran lejos ya que a comparación de lo recorrido días antes estaban cerca, el verdadero problema era lo gigantescos e inclinados que estaban, en especial con el peso. Subimos, bajamos, volvimos a subir y como si indicaras a una persona en donde se encuentra tu baño, al bajar al fondo a la derecha, escondido entre los cerros se encontraba el pozo, era agua de las lluvias estancada por el tiempo en un gran hoyo, tenía bichos y estaba un poco sucia, pero parecía un manantial para nuestros ojos. Citando las palabras que me dijo el guía:

-Esta es el agua más pura que podrás beber en este lugar, filtrada por la naturaleza.-

Tomamos, llenamos todos los galones necesarios y partimos a las faldas del cerro donde pasamos la última noche juntos, todos estábamos felices, sabíamos que pronto todo acabaría…

Día 8

Teníamos agua pero la comida era cada vez menos, era tan escaza la comida que quedaba que esa mañana una vez que levantamos todo, lo único con lo que nos alimentamos era una combinación de café, con avena y piloncillo, sin azúcar, sin nada más, era degradable pero fue lo último a lo que pude llamar alimento desde ese punto.

Soy una persona muy precavida por lo cual siempre hacia preguntas acerca de lo que nos aguardaba del camino ¿Cuánto resta del camino aun?, ¿A dónde nos dirigimos?, ¿Qué hago si me pierdo?, etcétera. A lo cual solo me respondían con:

-Si te pierdes debes entregarte no intentes llegar solo, el desierto te comerá vivo y sobre el camino, te lo diré cuando estemos allí.-

Pero ese día insistí un poco más, creo que tenía un mal presentimiento, de alguna manera logré que me dijera el camino que debía seguir, sus palabras fueron:

-Debemos salir de las faldas de estos cerros, cruzar el llano que esta frente a nosotros, llegar al cerro de “la virgen” (apuntó hacia un cerro blanco y plano) y desde ese lugar podrás ver las luces de los autos que transitan la carretera, solo son dos días de camino más.-

Me brillaron los ojos de alegría al escuchar esas palabras, ya había pasado lo peor, estábamos cerca de nuestro destino, recuerdo escucharlos hablar de las cosas que harían al llegar, todos estábamos entusiasmados y listos para partir.

Empezamos a caminar, en poco tiempo salimos las faldas de los cerros en los que dormimos un día antes, estábamos a punto de entrar al llano, mientras más nos acercábamos, pude observar algunas láminas de colores en medio del camino, era un pequeño campo de tiro en el cual entrenaban los soldados, sentí que era demasiado arriesgado el seguir por ese camino, pero solo me callaron y continuamos, “donde manda capitán no gobierna marinero” seguimos derecho…

Casi a la mitad del llano, como si lo hubiese previsto o tuviera mala suerte por haberlo comentado, empezamos a escuchar las hélices de un helicóptero en las cercanías, se estaba acercando… cuando el guía se percató de él, nos ordenó a todos que nos ocultáramos lo más rápido posible, nos tiramos al suelo debajo de un pequeño arbusto el cual no era lo suficientemente grande como para poder persuadirlo.

Estaba allí tirado en el piso con la cabeza boca abajo, mi corazón latía con mucha fuera, sentía miedo; giré mi cabeza a la derecha y al abrir mis ojos lo mire, estaba descendiendo a un lado mío, sabía que era punto muerto…

Todos nos levantamos y comenzamos a correr lo más rápido que nos fue posible, cada quien tomo rumbos diferentes, solo pude tomar un galón de agua el cual llevaba con fuerzas en mis manos.

El helicóptero volvió al aire y comenzó a seguirme, recuerdo perfectamente esa voz femenina diciéndome desde el altavoz del helicóptero:

-What are you going to do? Where are you going to go? What are you doing?-

Lo repetía una y otra vez de manera burlesca, seguía mis pasos, ya estaba demasiado cansado… debía desaparecer de su vista, así paré en un pequeño árbol e intenté recuperar mi aliento lo más que pude, esperé a que volviera a descender, cuando fue indicado… corrí lo más rápido que pude al lado contrario de donde estaba, en cuanto lo perdí de vista, me tire al suelo y me quede allí tirado en silencio, sin moverme por varios minutos, lo escuché pasar varias veces, parecía que había funcionado, al menos habían dejado de seguirme. Cerca de donde estaba tirado estaba el tipo que transportaba el alimento, me dijo:

-Hay que regresar al pozo de agua, allí nos miramos, debemos separarnos para que así sea más fácil despistar el helicóptero… tenemos que apurarnos, si llegan las perreras no habrá nada que podamos hacer para escapar-

Yo:

-Está bien allí nos vemos-

Poco a poco, escondiéndome y siendo precavido pude llegar a esos cerros en los que estábamos esa mañana, solo que no había nadie allí, estaba solo. Los esperé en lo más alto, donde la vista era mejor, pero nunca llegó nadie.

Debía continuar, sin comida, cansado y con un galón de agua, ¿Qué tan lejos podía llegar?, una vez que parecía adecuado empecé a recorrer de nuevo el llano, esta vez rodeándolo como quería hacerlo desde el principio, no me importó que tardara más, en mi cabeza esa era la manera segura de hacerlo, al final de cuentas, ahora cargaba un galón de agua solamente.

Con temor y miedo logré pasar sin ningún problema, era cierto que después de la tormenta viene la calma, solo que no sabía si la tormenta ya había terminado o solo estaba en el ojo de ella… llegue al cerro de la virgen, subí hasta la punta de él, ya arriba me quité el camuflaje, junto con algunos suéteres que aun portaba, hacia demasiado calor y ya no me podía dar el lujo de sudar tanto, entre menos peso mejor, también tenía que dejar todo lo que me relacionara con el viaje, ahora que lo pienso caminar por el desierto con unos jeans, una camisa y un suéter delgado tampoco fue la mejor decisión que pude tomar, en especial de noche.

Una vez allí en la cima del cerro empezaba a obscurecer, las temperaturas a bajar, aun después de lo que el guía me había dicho, tampoco había señales de la carretera por ningún lado.

Día 9

Solo había 3 caminos que podía seguir, ir a la derecha, ir de frente e ir hacia la izquierda, la verdad no sé si las imaginé, si estaba alucinando o si eran luces de los autos que transitaban por las brechas, pero estaba seguro de que a la derecha había observado luces rojas como las de autos, así que no lo pensé, seguí el camino derecho, caminé toda la noche sin parar, cuidando donde pisaba, quitándome las espinas que se clavaban en mi cuerpo cada vez que me acercaba a un arbusto, eran demasiadas las que ya me había enterrado que ya no me interesaba mucho.

Amaneció, no parecía haber ninguna carretera a la vista solo más y más desierto, creo que nunca había deseado tanto el poder ver los rayos del sol salir, fue algo hermoso… el frío de las madrugadas era tan intenso que apenas podía sentir mis manos, no podía dejar de temblar y lamentarme por no haber tomado la cobija con la otra mano.

Continúe caminado, no quería parar, el hacerlo solo sería pérdida de tiempo, además de que creía que ya no despertaría, a lo lejos pude observar un cubo gigante de color rojo, pensé que era el hogar de alguien o quizá el inicio de la carretera, mientras más me acercaba, me daba cuenta de lo equivocado que estaba, en verdad era otro campo de tiro y estaba caminando justo hacia él.

Era el momento de regresar, sabía que había tomado el camino equivocado, que tenía que caminar todo lo transcurrido el día anterior de nuevo, desperdicié mi tiempo, esfuerzo y agua la cual cada vez era menos.

Solo restaban dos caminos, de frente e ir izquierda para no perder el tiempo, mientras regresaba, empecé a acercarme a los cerros frente, debía encontrar algo de agua, de otra manera mis probabilidades de sobrevivir serían nulas, deseaba encontrar al menos un poco de agua estancada entre ellos.

Logré regresar al punto de partida pero esta vez estaba en el camino de frente, mi agua se había terminado, arrojé el galón vacío en un momento de desesperación, subí a la punta de uno de los cerros cercanos, al menos así podría observar mejor el camino y localizar algo de agua… no había nada, solo mas desierto sin fin. Comencé a perder la calma, no tenía la remota idea de que hacer, lo único que se me ocurrió fue quitarme el suéter y tirarlo al cielo mientras no pareaba de gritar auxilio… pero de nuevo, nadie llegó… estaba solo.

Después de algunos minutos recuperé un poco la calma, no me daría por vencido, bajé de donde estaba, empecé a husmear entre los cerros que estaba, seguí un largo camino escondido entre los arbustos, caminé y caminé hacia dentro, había basura tirada, eso era señal de que alguien había estado allí, así que seguí adelante hasta el final… no podía creer lo que estaba frente a mis ojos, escondida, hasta topar, se encontraba una pequeña represa de cemento hecha por ellos, tenía una cámara a un costado, era como ganar la lotería, literalmente “era como encontrar agua en el desierto”, tomé toda la que pude, debido a que había tirado el galón mucho antes debía improvisar la manera de poder llevar algo de agua en el camino, busqué entre las piedras, en la basura cualquier cosa que me pudiera servir, encontré un globo de helio vacío, esos que son un poco más resistentes que látex, le hice un orificio lo suficientemente grande para poder llenarlo de agua, tomé mi suéter, lo cubrí con él para protegerlo un poco de las espinas, lo amarré a mi espalda y salí de ese lugar antes de que alguien llegara, al final de cuentas no me importó una mierda la cámara.

Ya era de noche, después de pensarlo bien decidí tomar el camino izquierdo, sería la última oportunidad que tendría si no encontraba una salida moriría. salí de nuevo de los cerros directo a los llanos, estoy seguro de que ellos sabían que estaba allí, después de todo el alboroto que hice, después de pasar por sus cámaras, después de estar recorriendo el desierto sin ninguna clase de camuflaje, tenían que saber que estaba allí caminando en círculos y esa noche me lo confirmaron, habían aviones militares sobrevolando el cielo todo a todo momento, después de un tiempo caminando por el llano, empecé a ver mi sombra a un lado mío, estaban aluzándome desde el cielo, eran tres luces gigantescas… comencé a correr lo más rápido que pude, pero ellos seguían aluzándome, recordé lo que hice cuando el helicóptero nos seguía e intente hacer lo mismo, así que tomé aire, cuando fue oportuno de nuevo corrí lo más rápido posible hasta salir un poco del radio de la luz, cuando lo logré solo me tiré al piso debajo de un gran arbusto, me quedé allí tirado por varios minutos hasta que la luz se difuminó por completo. Me levanté y comencé a caminar de nuevo, pero después de un tiempo, volvió a pasar lo mismo, así fue varias veces… ¿Por qué?, ¿Por qué si sabían que estaba allí, no iban simplemente por mí?, ¿Es que acaso se divertían al verme correr?, ¿Es que acaso querían que muriera?…

Día 10

Caminé lo más que pude, parecía que se habían cansado de jugar conmigo, mis pies ya estaban muy dañados, me costaba demasiado cada paso que daba, de nuevo… no soy una persona que crea en los fantasmas, pero no podía descartar esa idea debido al lugar en el que estaba, quizá era por la falta de comida en mi organismo, por no haber dormido o por que empezaba a caer en la demencia… estaba seguro de que alguien caminaba a mi lado, sabía que estaba completamente solo, sabía que no había nadie más a mis alrededores, sin embargo sentía que alguien me hablaba, que alguien me cuestionaba cosas, solo que al voltear y querer contestar… nunca había nadie.

Paré a descansar unpoco, en verdad lo necesitaba, solo me tiré al suelo en un pequeño arrollo, debajo de un arbusto, todo era tan frío, el desierto es una nevera de noche y un infierno de día. A primera luz del día continúe mi camino, era aún más difícil el caminar, mi cuerpo estaba frío, no podía mover mucho mi pierna derecha, empecé a arrastrarla y de alguna manera durante la persecución del día de ayer, algo pinchó el globo en el que llevaba el agua… mi agua se había tirado poco a poco durante la noche, debía continuar.

Tenía un pequeño celular viejo en mis bolsillos, era mi salida de emergencia si ya no podía continuar, era eso o prender fuego con un encendedor a todo lo que pudiera, aún tenía poca batería pero nunca tuvo señal desde que partimos, ¡comenzó a sonar! Llegó un mensaje, eso quería decir que tenía señal, no mucha, vaya que no era estable, pero aún mejor que eso quería decir que estaba acercándome a algún lugar con señal de telefonía y que si conseguía la suficiente quizá podía hacer una llamada, no lo pensé dos veces, empecé a extender mi brazo al cielo buscando más señal, intentado hacer llamadas cada minuto, después de muchos intentos sin éxito, logré una llamada… fue algo corto antes de que perdiera de nuevo la señal, era un alivio para él al menos saber que aún seguía con vida, no paraba de preguntarme:

-¿Dónde estás?, ¿Qué hay a tu alrededor?-

Era imposible el poder darle una ubicación exacta, el desierto es un lugar inmenso y tan parecido por donde lo mires, solo dije que lo quería… que seguiría y llamaría después cuando estuviera en la carretera, sabía que la batería del celular no duraría mucho, colgué y lo apagué.

Caminé tanto… en ocasiones gritaba al cielo:

-¡Acaso no tiene fin este maldito infierno!-

Seguía y seguía pero parecía que no avanzaba nada, no había señales de vida por ninguna parte, excepto por las lagartijas que escapaban siempre que quería matar una, sin agua me sentía tan desesperado, comencé a escavar en lugares húmedos pero solo fue en vano, dañé mis dedos y no conseguí ninguna gota de agua en esa tierra seca… lo único que pude pensar fue en no desperdiciar los líquidos que aun tenía, así que tomé mi suéter, entonces comencé a orinarlo cada vez que tuviera que hacerlo, después lo exprimía en mi boca, fue lo más desagradable que había hecho en toda mi vida, el sabor era como el de un medicamento caducado, caliente… pero debía hacerlo, ese suéter salvo mi vida más de una vez.

Comenzaba a obscurecer de nuevo, estaba cansado hambriento y con sed, sabía que no duraría mucho, el caminar cada vez era más difícil, una vez más mi dirección cambio hacia la izquierda, intenté acercarme a los cerros más cercano en busca de refugio o quizá algo de agua, estuve toda la noche buscando, pero era notable la ausencia de agua en ellos desde hace tiempo, en medio de la obscuridad, empecé a escuchar sonidos, así que subí a la punta de uno de los cerros en busca de refugio en alguna cueva, a lo lejos escuchaba el ulular los búhos, al igual que el aullido de algunos coyotes en diferentes cerros alrededor, prendí algunas ramas para poder calentarme un poco, pero estas se extinguieron en seguida, al llegar a la punta, no había señales de agua, pero encontré algo mejor, al otro extremo del llano en el que me encontraba, estaba la carretera, habían luces de autos y tráiler transitándola, no podía creer que estuviera todo el tiempo allí, ni tampoco que hubiera tomado el camino incorrecto de nuevo, sabía que si lograba llegar allí, todo llegaría a su fin, reposé lo que restaba de la noche en ese lugar, observando la carretera como una obra de arte.

Día 11

Mi destino era más que claro, derecho hasta llegar, después esperar a que alguien se apiadara de mí y me diera un aventón a cualquier lugar, antes de bajar de la cima me quité los tenis por primera vez desde que estaba solo, entonces entendí por qué me costaba tanto el caminar, tenían heridas en cada parte superior de mis dedos, la sangre que había expulsado de ellos, se habían convertido en costras gigantescas de tierra unidas a mis calcetines, al igual que mis tobillos, era un dolor insoportable de solo tocarlos… intenté limpiarlos lo más que pude, pero era demasiado el daño, no podía caminar bien, estaba tan delgado que mis costillas sobresalían mi panza, cada vez me deshidrataba más, sinceramente estaba demasiado jodido, sabía que sería mi último esfuerzo pero no sabía si llegaría.

Salí de los cerros dando los últimos vistazos a los alrededores en busca de agua, lo único que pude observar fue a una pequeña cría de un gato montés escalando uno de los cerros, mejor me alejé antes de conocer a su madre, una vez afuera, ya había observado con anterioridad algunos frutos amarillos parecidos a una tuna que sobresalían algunos cactus pequeños, con espinas redondas, no los había comido por miedo a que pudieran empeorar mi situación, pero para ese punto, ¿Qué podía perder?, debía arriesgarme, así que tomé todos los que encontraba, comencé a guardarlos en los bolsillos de mi pantalón, no los comía, solo los mordía y escupía, la textura era pegajosa algo semejante a la sábila, con un sabor horrendo y repleta de semillas pequeñas, creo que era mejor que nada.

Una vez adentrado en el llano, después de algún tiempo caminando… tuve que mirar más de una vez lo que estaba enfrente de mí, no lo podía creer… me acerqué lo más rápido que pude, debía percatarme que lo que mis ojos estaban viendo no era alguna clase de ilusión… no lo era… las lágrimas brotaron de mis ojos, allí en medio del desierto, yacían las marcas hechas por un auto, en esos hoyos hechos en la tierra por la llantas había agua… como si alguien hubiese lavado su auto esa mañana, tomé toda la que pude, no era demasiada, pero era suficiente, sumergí mi cabeza, nada tenía sentido, pero no me importaba… literalmente, “era como volver a encontrar agua en el desierto”, hasta estos momentos aun me pregunto, ¿Por qué?, ¿qué tanta probabilidad hay de que pase todo esto?… ¿por qué yo?.

Una vez rehidratado, debía alejarme rápido, esas marcas eran recientes o ya se habrían consumido por el calor, lo cual significaba que podrían regresar pronto, continúe mi camino hacia la carretera, recogiendo, mordiendo y escupiendo frutos.

Casi antes de llegar, pude observar un tren pasando por un lado de la carretera, quise correr para poder alcanzarlo, quizá podía subir a él, como en las películas, aunque me esforcé no pude ni si quiera pisarle los talones, ahora que lo pienso bien aún que hubiera llegado, creo que al intentar subir a él, solo me hubiera dislocado el hombro o algo peor.

Cada vez estaba más cerca, el calor de ese día me parecía mucho más fuerte que el de los días anteriores, me quité la camisa en algunas ocasiones, me tiraba al suelo debajo de algunos arbustos, cavaba un poco hasta que la tierra estuviera un poco más fría y me enterraba con la tierra sobrante, me quedaba allí por un tiempo reposando, sentía que el cuerpo me quemaba literalmente, en especial mi espalda, después de reposar un poco continuaba, repetí esta acción varias veces cada vez que veía un gran arbusto.

Mientras más me acercaba, podía escuchar a los tráileres acelerando y disminuyendo su velocidad al transitar por la carretera, me sentía feliz, aun arrastrando mi pie derecho, aun con mi cuerpo demasiado débil, logré llegar a ella, para este momento lo único que me separaba del desierto y los autos, era una valla de alambres, la cual cruce sin pensarlo… lo único que quería era agua, el poder llegar a un lugar seguro y fuera de ese horrible lugar, estaba tan entusiasmado de haberlo conseguido que no me percaté de un auto policial que transitaba la carretera justo cuando yo también llegué a ella, no iba a correr… ¿A dónde iría?, ¿Cómo? Apenas pude llegar allí arrastrando los pies.

El policía bajó de su auto con un sombrero, gafas obscuras y comenzó con el cuestionario (la conversación fue en inglés):

Policía:

-¿sabes que lo que acabas de hacer es algo ilegal?-

Yo:

-Lo siento, solo buscaba un teléfono para poder llamar a una grúa, el auto de mi madre dejó de funcionar camino atrás.-

Policía:

-¿De qué color era el auto de tu madre?-

Yo:

-Es rojo, ya llevo tiempo caminando.-

Policía:

-No observe ningún auto rojo de camino aquí, muéstrame lo que tienes en los bolsillos de tu pantalón.-

Metí mis manos dentro de mis bolsillos, saque mi celular, un encendedor verde y todos los frutos del desierto que guardaba, cuando los observó, los reconoció en seguida.

Policía:

-Frutos del desierto, así que si vienes de allí a dentro.-

Yo:

-Le seré sincero… tengo 4 días perdido allí adentro, lléveme a donde usted quiera pero deme agua por favor.-

Policía:

-¿Cuantos más venían junto contigo?-

Yo:

-Nadie más… yo soy el único-

El Policía tomo mis cosas y las metió dentro de su auto.

Policía:

-Yo no tengo agua, pero te llevaré a un lugar en el que sí, sube al auto.-

Me puse de espalda contra el auto, listo para que me esposara, pero me dijo que no era necesario que solo subiera, ya en el asiento trasero, solo pensaba en lo estúpido que era… tanto sufrimiento… tanto camino… tanto esfuerzo… todo tirado a la basura solo por no tener precaución.

Estuvo un tiempo conduciendo, paró en un pequeño mercado a la orilla de la carretera, solo me dijo:

-¡Baja! No tengo tiempo para esto.-

Bajé del auto con lágrimas en mis ojos, me devolvió mis cosas y se fue, me acerqué lo más rápido que pude al mercado, afuera había un tipo, le pregunté donde estaban los baños, me abrió la puerta, me apuntó la dirección, lavé mi rostro, mis brazos, tomé agua del grifo, tiré mi suéter a la basura y salí en búsqueda de alguien quien me dejara hacer una llamada, no fue muy difícil, después de algunos intentos, un tipo que cargaba combustible accedió y le llamé:

Él:

-Bueno.-

Yo:

-Soy yo, necesito que vengas por mí.-

Le dije en donde estaba con ayuda del sujeto, le agradecí y esperé a que llegara, 2 horas después llegó, lo abracé, recuerdo sus palabras:

Él:

-Estas bien jodido-

Yo:

-Ha sido todo un viaje…-

No espero que creas mi historia, tú decides en creer y en qué no, si alguien me hubiera dicho todo esto, tampoco lo hubiera creído, la cosa es que yo fui el protagonista de esta historia, solo tenía 18 años, junto con una ilusión de querer ser alguien mejor en la vida, estuviera equivocado o no, fuera algo bueno o algo malo, lo hecho, hecho esta, tampoco me interesa el ganar este concurso, solo quiero dar a conocer mi historia y mostrar el lado amargo que en veces tiene la vida, hasta este día, aun me pregunto…

¿Por qué aún sigo con vida?

Gracias por tu atención, te invito que hacer una crítica constructiva.

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