Carta de un joven moribundo

Carta de un joven moribundo

Rafael Medrano

09/08/2017

Hoy llueve, pero llueve de verdad. Lo juro, es en serio que llueve; no estoy mintiendo. Me gusta la lluvia, me trae muchos buenos recuerdos: algunos partidos de fútbol, uno que otro buen beso contigo y muchas jugarretas por los andenes del barrio con nuestros amigos. Me importa mucho todo eso, porque lo conoces a cabalidad, sabes que es real, así como se saben las cosas que se saben de verdad. Ya leerás estas palabras y podrás reconocer que son para ti.

Todo este tiempo que no hemos estado juntos, me lo he pasado leyendo empecinadamente; hasta al punto de obsesionarme alocadamente. Ya no salgo en busca de una perrera o por un cigarrillo a la esquina; me quedo en casa, encerrado en mi cuarto, leyendo y recordándote. Es complicado saber que no nos volveremos a ver, es difícil reconocer que me voy y vos te quedas. Y es que me ha quedado cada segundo que pasamos juntos muy bien tatuado en mi ser; están ahí grabados, y así se quedarán.

Estoy en mi cama, la misma que vos conoces, y el cuarto sigue teniendo aquellas láminas de pleibo que separábamos para vernos. Yo sé que jamás vas a olvidar la primera vez que hablamos de verdad, vos de un lado del pleibo y yo del otro; nos buscábamos por las rehendijas, y después de tanto tiempo decidimos despegar la puta lámina. Fue una revelación divina. Nos conocíamos de la calle, pero jamás nuestras almas habían hecho el amor.

Pasamos mucho juntos: nos amamos, nos odiamos, quisimos matarnos y también no deseábamos hacernos daño. Yo te amé, lo hice de verdad. Algunas personas saben que hoy mientras escribo, no miento. Me tengo que ir, me invade el dolor. El cáncer me llevará, pero vos te quedarás con mi amor. No quería irme sin que lo supieras. solo quiero que leas esta carta y sepas que mi último grito fue de amor hacía vos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS