En una tarde de Abril…

“Alguna vez me enamoré como nadie jamás lo podría creer, pero soy humano, cometo errores que se pagan con aquello que más queremos. Perdí un gran amor, pero nunca perdí la esperanza de volver a verla de enamorarme de una nueva versión de ella.”

Ya han pasado milenios en mi mente desde que la logré ver por última vez, desde que me pude entregarme a ella en cuerpo y alma sin importar lo demás, desde que sus humedecidos labios perfumaban con su aroma los centímetros de mi rostro; aún la recuerdo a ella, con su mirada frágil y juvenil con su sonrisa que lograba quebrantar la oscuridad y el silencio que la vida brindaba, con el pasar de los minutos nuestras miradas se fundían en una danza hipnótica de la cual ninguno quería salir, pero veo más allá de mi mente y escucho el pasar fugaz del reloj en mi muñeca, el tiempo pasa y ella simplemente se ha ido, la lograba ver a mi lado pero eran solo ilusiones creadas por el corazón para saciar su soledad, la podía ver a las orillas del mar mediterráneo, sentada en aquel viejo bar que visitábamos años atrás, aquel bar que volvería a visitar solo para complacer a la mente con sus fantasías imposibles de encontrar una verdadera razón de escribir.

Ya nada era como antes, el tiempo se había encargado de cambiar con sus años la madera de aquel lugar y de igual manera el corazón de cada uno de los que alguna vez amamos, las brisas costeras de aquel abril llegaban violentamente con sus gélidas palmadas a mi rostro; ella ya no era algo que se pudiera decir hacia parte de mí, y que tal vez yo jamás sería algo de ella dentro de ese mundo que esconde en su corazón. Después de mucho caminar y con mi cabeza vuelta una tormenta de ilusiones, pasiones y tristezas las cuales se apoderaban más y más de mis pensamientos, logre divisar aquel viejo bar que se hallaba al borde de aquel acantilado que antaño esculpió para nosotros. Entre por la puerta de salida como siempre lo había hecho desde antes de conocerla, al pasar encima del tapete que decía en portugués “vuelva pronto” empezaron a llegar a mí el aroma de las especias y los olores que provenían de aquella rustica cocinita, el lugar no había cambiado mucho así que busque la mesa que siempre usaba, aun cuando estuve con ella, esa era la mesa que escogíamos, pensándolo bien no es que sea la mejor mesa del lugar pero para nosotros era nuestra y de nadie más, era una mesa ubicada en la terraza del bar, su vista al mar mediterráneo proponía un sinfín de imágenes y sonidos que mezclados con la música del lugar daban una danza exquisita para los oídos, muchas veces no se necesitaba hablar mucho para estar bien, simplemente verla a ella y escuchar como el mundo la adornaba con su naturaleza, pensándolo bien, esta mesa conocía mi pasado y mi historia, a pesar de sus grietas y del consumo gracias a la sal del mar ella se mantenía firme, guardando las historias de personas que como yo simplemente ven en la vida una historia sin nombre. No había pasado desapercibido así que sentí la presencia del mesero aproximándose, pedí lo de siempre, un coñac con limón y un poco de soda, pasados 5 minutos tenía mi bebida acompañando esta vista al infinito, antes de irse, el mesero se quedó inmóvil en la puerta de aquella terraza viendo hacia mi dirección, tarde unos segundos en entenderlo, era él, el mesero que siempre estaba cuando venía con aquel ser amado, se veía en sus ojos la duda y una serie de preguntas que seguramente más adelante me realizaría.

Minutos después de todo aquello, el mesero vino a mí y se sentó con mirada inquietante a mi lado, su saludo fue cálido como el de un viejo amigo que no ves desde hace ya unos años, creí que me diría algo en el acto, pero no fue así, sus palabras guardadas se hallaban, haciendo honor a sí mismo o a un código indeleble, me quede esperando que en cualquier momento quebrara el sonido del silencio, pero entendí que la nostalgia corría por su mirada y su mente, en su corazón quedaban los vestigios de un amor pasajero del cual fue fiel testigo y que junto con aquel bar acobijaron tiernamente aquel efímero amor. El lugar conservaba como decoración, fotografías de momentos únicos y celebraciones que solo se vivían allí, en esas paredes y en la infinidad de sus recuerdos se hallaban como evidencias fotografías de aquellos dos seres que tanto apreciaban el lugar, de su amor, de sus risas y mejores momentos, pero todo eso había quedado atrás, todo se había esfumado tan fugazmente como había iniciado. El silencio, como por arte de magia empezó a dominar el ambiente superando así la música que adornaba el lugar, volví a ver a aquel ser que aun acompañaba mi tarde y logre ver en sus ojos el temor de palabras que no se atrevería a pronunciar, acompañaba esa mirada con la compasión de un ser que ama en verdad y que sabe que es el dolor, duro pocos segundos hasta que desvié mi mirada hacia el infinito y él hacia las olas de whisky que golpeaban las paredes de aquel vaso que sostenía en su mano temblante, supe en ese entonces que su alma viajaba en antaño, volviendo a vivir aquellas tardes que con chascarrillos y juegos acompañaba un amor sincero, y fue allí, en el reflejo del cristal de esta mesa donde vi el reflejo de mi alma que me hacía ver viejo y olvidado.

Minutos después el mesero siguió su labor dentro del bar, su mirada divagaba ocasionalmente en mi dirección, tarde unos minutos en comprender que o era la única mesa a la cual ojeaba, sino que también dirigía su vista hacia otra que se hallaba dentro del recinto, no comprendía la razón de su obsesión al ver las dos mesas, así que mi curiosidad aumento, así como mis deseos de ir al baño, planee mi ruta estratégicamente para pasar lo suficientemente cerca de aquella mesa para poder ver que era aquello que tanto le llamaba la atención a este mesero, fue entonces cuando me puse de pie y emprendí mi camino en dirección al baño, vería la mesa cuando saliera de él, al entrar al baño sentí un aroma de menta con jabón, posiblemente el detergente con aroma que suele ser usado para el aseo de aquellos lugares, su decoración era muy rustica y antigua, los enchapados y paredes estaban hechas por capaz de madera muy finas, el lavamanos era lo que más llamaba la atención de aquel lugar, una obra de arte en su máxima expresión, pues este era una pieza tallada de piedra que traía en su columna una imagen representativa de la región, fue a ese lugar donde me dirigí, me olvide de todo un poco y lave mi rostro y manos mirando mis ojos en el reflejo de ese espejo colgante, antes de irme divise en una esquina que había algo escrito, apoyándome en el lavamanos me acomode en la posición adecuada para poder leer lo que allí se encontraba, no era más que letras con errores ortográficos seguramente algún joven rebelde, estas letras de manera correcta decían “La verdad de la vida radica en el destino como un camino sin regreso, como el desatino constante en el cual el amor es peregrino por ello no se sabe si en la vida siempre habrá amor o soledad” una frase un poco más filosófica de lo que había pensado, termine de acomodar lo que había alcanzado a mover en mi subida sobre el lavamanos, observe mi reflejo una última vez y me encamine con ansias a la puerta, a esperar lo que en esa extraña mesa podría traer a mi mente, estaba tan concentrado en llegar al pasillo que conducía al comedor central que no me fije en la caneca de basura que se interponía entre mis pies, tropecé y segundos después vi el techo desde mi posición en el suelo, me levante y ordene otro desorden que había efectuado en menos de 5 minutos, agradeciendo claramente que el incidente haya ocurrido en el pasillo donde solo dos personas se enteraron de lo sucedido.

Llegué al comedor principal perdiéndome con la gente que llegaba y salía del bar, me acerqué a la mesa que tanta intriga había generado al mesero, mi corazón empezaba a latir de manera estruendosa aun sin saber que era lo que deparaba el momento, dos pasos más y vi lo que tanto llamó la atención del mesero, no eran más que tres mujeres muy bien arregladas en una tarde de amigas y cocteles, se reían y miraban a todo lado para hablar de los comensales que compartían en el comedor o de aquellos que acababan de llegar, escuche risas acerca de los maridos de cada una de ellas y de cómo los hijos estaban triunfando en la vida. Todo ello me desilusiono, aun sin saber porque esperaba que fuera algo más, antes de irme solo quedo dudar un poco de la cordura del mesero y emprender mi camino hacia mi mesa que me esperaba a las afueras del lugar, pero como la vida es un camino sin regreso podemos mirar atrás para ver de dónde venimos, pues así lo hice, como por instinto o por curiosidad volví a dirigir mi mirada hacia aquella dirección, no buscando algo en la mesa que había traído tanta intriga, sino para recordar que en un inicio este lugar siempre ayudo y acompaño la relación en aquellos momentos duros y alegres, en ese preciso momento un sombrero hecho por diseñador, de esos que no se ven en revistas ni en pasarelas logro llamar mi atención, pues acompañándolo se hallaba una copa de margarita sunrise y un esfero sobre una libreta, fue en ese momento cuando mi corazón se detuvo por completo, un movimiento de los brazos con gesto en particular domino mi mente, no podía ver su rostro, el ángulo en el cual me encontraba me lo impedía, así que me ubique en la trayectoria adecuada para que mis ojos pudieran saciar la duda que todo el cuerpo aclamaba, un silencio de segundos que para mí fue una eternidad confirmaron la presencia de aquel dulce ser, era mi amada, la persona con la que había compartido tantos momentos en este lugar y del que las paredes mismas eran testigos de ello, no lo podía creer, el amor y sus misteriosas ecuaciones me habían conducido a una paradoja de la cual no había solución clara para escapar o aceptar, su mano se levantó de la mesa y su rostro enfoco sus ojos en mi dirección, noticia confirmada es cien por ciento ella, la margarita sunrise es la bebida preferida de ella y el sombrero que descansa sobre la mesa es el sombrero que le regale una vez en un viaje por los viñedos españoles, aún recuerdo esa fecha, pues 6 años atrás en aquel viñedo, una copa nos tomamos juntos, era de un merlot del 89´ una de las mejores cosechas del lugar, era 22 de octubre y la lluvia había hecho del lugar un paraíso en la tierra, fue también el lugar de nuestro primer beso, algo así sencillamente nunca se olvida. Volviendo a este bar y a la mirada que ella tiene hacia mi dirección veo como su mano hace un llamado para su lugar, mis pies dudaron en dar el primer paso y justo cuando tomó la decisión de ir hacia aquella mesa el mesero pasa a mi lado con un paso un poco más aligerado que el mío, llegando al servicio de esa mesa, me quedé estupefacto observando la escena así que simplemente di media vuelta y terminé mi camino hasta mi mesa.

El recuerdo de su voz cálida golpea mi mente, me mantuve de pie al lado de mi mesa pero no me senté, decidí seguir mi camino hasta el borde del lugar, bajo esta terraza un acantilado se dibujaba desde la altura, las olas llegaban con el eco de su furor, mis ojos se perdieron en el infinito del mar, filosofando acerca de la vida, el amor, y la muerte, mi corazón se hallaba en trance y se perdía de lo que decía mi alma, ¿el tiempo pasaba fugaz o se había detenido?, la verdad no lo sabía, el ambiente a mi alrededor se había borrado de mi conciencia, salí de aquel trance con algo que me impacto aún más, una serie de letras que se conjugaron para estructurar mi nombre provinieron de una voz inconfundible, la conocía de antes, ella había adornado mis días y todo lo que se puede llamar amor se hallaba en esa voz, volví a entrar en razón y mi mirada empezó a girar en dirección al lugar donde provenía la voz, mis ojos buscaron primero en la silla que acompañaba mi mesa, esta se hallaba vacía, en la lejanía se divisaba la mesa de lastres señoras que se retiraban del lugar, termine mi búsqueda al ver la puerta que conectar el interior con esta terraza, una cálida brisa de abril acaricio mi rostro, mi corazón se aceleró, las manos me sudaron, me ruborice, mis palabras se desvanecieron, todo aquello en lo que estaba filosofando se esfumo como espirales de humo al viento, mi mente se vuelve una nube blanca y solo puede decir una palabra, ella vuelve a decir mi nombre, mi sangre se calienta y suelto entre cortado el nombre de ella…. Camile.

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