Lo que el río ve

Lo que el río ve

Marce Rovein

28/05/2020

El río corre tranquilo, parece no saber del caos de los demás.

Desde el puente un hombre lo contempla. Esta apoyado contra la baranda, la barbilla sobre las manos. Tiene los ojos entre cerrados, parece querer encontrar en el fondo de esas aguas alguna respuesta.

El río corre todavía apacible, arrastra en su caudal mil miradas, va guardando historias y vidas en  él.

El hombre se endereza lentamente y camina. Mira todo pero yo sé bien que no ve. Lleva una mano en el bolsillo y con la otra recorre la madera fría de las barandas del puente. Camina seguro de sus pasos, monótonos y al compás de algún tiempo que solo el conoce.

Si le preguntáramos que siente en ese mismo instante nos contestaría con voz clara y sin una pizca de tristeza que hace rato que la angustia vaga con el.

Que un día le salió, por la boca o por los ojos o por los poros de la piel y quedo flotando a su alrededor como una nube espesa que lo envuelve y sigue todos sus pasos.

Recorre el puente con su angustia a cuestas, que nadie puede ver. Tal vez espera a alguien porque sus pasos se vuelven lentos al terminar el recorrido.

A lo lejos los autos y las bocinas y la ciudad que sigue sin parar.

Del otro lado del río, bien opuesto a el hombre apesadumbrado, viene una silueta caminando.

De tan liviana que viene parece que solo roza el suelo con sus pies. Ella está envuelta en paz y los ojos le sonríen.

Se acerca despacito, con cautela y le toca el brazo a él, que se sobresalta y deja de mirar a los pajaritos que revolotean la orilla del río.

Y la mira.

Ella le sonríe entera, con todo el cuerpo.

Y él siente lo increíble.

Algo le tira desde dentro y lo saca de sus pensamientos.

Entonces escucha las aguas del río fluir y a los pájaros trinar. Y siente los rayitos de sol que le calientan la cara. Hasta el olor de las florecitas de manzanilla le inundan los sentidos.

La mira perplejo.

Nadie lo puede ver pero él siente que el sol le está evaporando de su cuerpo todo el vaho angustiante que lo rodeaba.

Ella vino despacio, y atrás de ella le trajo el mundo.

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