Cuatro poemas de teta amarga

Cuatro poemas de teta amarga

Emanuel Villegas

03/08/2017

PRIMERO DEL MIEDO


La cabeza no olvida lo pasado,

escarbando muy profundo en la herida

que aún devora a ese niño olvidado

por la madre ocupada y distraída.


No con cálidas manos arrastrado

a penumbras que llama fantasía.

Prisionero de sueños y atrapado

entre recuerdos de cuando reía.


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SEGUNDO DE LAS HERIDAS


Frágil criatura que espera la brisa

de tus dulces palabras donde existe

el don que enciende la llama que viste

su alma impaciente creciendo de prisa.


Tormenta ciega no mides ni frenas,

la ráfaga que asusta a ese inocente.

Matas sus sueños por ser diferente

al mundo en que vives, sufres y anhelas.


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TERCERO DE LOS ERRORES


Mi ojo es filoso e impío, al alumbrar tu miseria.

Crecen en mi estómago raíces de amargura

cuando te empeñas ciega con lágrimas ya secas.

En mi pensar te encarnas, al igual que una espina

latiendo en el silencio, manteniéndote viva.

Permíteme olvidar

que tus suaves brazos me contenían

como riscos al mar embravecido.

Te prefiero lejana. No tener que enfrentarte

porque en tu ser existe, el reflejo que detesto.


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CUARTO DE LA VEJEZ


Parece nueva y ajena, tu amplia y extensa figura.

La corteza marchita debajo de tus ojos

esa sonrisa rota, con cuevas llenas de ecos

nacidos de los gritos y llantos olvidados.

Supiste ser perfecta

como la arena virgen de la playa en invierno,

hasta que te encontraste con la ley

que consume las cosas.

Ya basta no te ocultes, necesito un respiro.

Cuéntame antigua madre,

permíteme conocer aquel bosque

lleno de troncos sabios y hojas que con el viento

susurran melodías tristes sobre el pasado,

ese que te robaron

mientras dormías sola.


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