SOY INDIA

Siempre oí decir que mi piel era de color indio, cada discusión de niños en mi escuela terminaba con un insulto que decía más o menos así: «Cállate india culiá». Cuando era niña a juzgar por lo que veía y escuchaba, pensaba que malo era cuando la gente me veía como india; como no sentir ese dolor si hasta los niños de apellidos indígena me trataban de negra curiche fea. Por último como podría olvidar que cada vez que los adultos se enojaban, se hacían saber los unos a los otros que eran unos indios de mierda. Toda la vida he conocido a personas que se burlan de aquellos que declaran sin vergüenza que son indios.

A veces la gente me cuestiona porque parece que vivo enojada… otras veces me cuestiono yo por ser tan de pluma pará (así como los indios) y me pregunto si realmente me enojo mucho por nada, pero luego recuerdo cuanto insulto he oído por todo lo que tiene que ver con el ser indígena, pienso en lo violenta que es la vida conmigo por ser mujer y por ser india. Gracias a mi memoria se me pasan las ganas de criticarme por no poder agradar a toda esa gente que nunca me va a entender, porque no tienen ganas de romper sus cadenas ni la más mínima voluntad de ponerse en mi lugar. Así como hay derechos para tantas cosas, yo misma tengo el absoluto derecho de estar molesta de vez en cuando por vivir en esta américa negra de tierras de raíces ultrajadas.Como podría no tener cólera si este sistema ha dormido a los habitantes de esta América de venas cortadas, fueron sedados y controlados hasta llegar al punto de negar su origen, de rechazar su raza y avergonzarse de su indigenismo.

En la sociedad que me rodea aún viven seres que ven como algo malo el conocimiento, el amor, la defensa y la resistencia por la madre tierra, esa misma que se encuentra bajo nuestros pies, la que brinda hogar y alimento suficiente para todos sus hijos. Sinceramente debo confesar que más que rabia siento pena, porque durante mucho tiempo en mi infancia pensé que el indigenismo era espantoso, pero la culpa no era mía, sino de los padres que enseñaron cosas tan horribles a sus hijos; pero a su vez la culpa es de los usurpadores que trajeron el «progreso» a estos pueblos en retroceso, necesitados de un Dios Blanco Civilizado, lleno de un amor celestial que hacía que sus hijos maten al indio que se negaba a ser evangelizado.-Me pregunto que Dios es capaz de interrumpir la paz de estas tierras bondadosas donde hay espacio y alimentos en abundancia, donde hay amor y armonía… que Dios perdona a los hombres que matan para adueñarse de territorios ancestrales, para esclavizar a los indios y violar a las mujeres y como si fuera poco, privarlas de su saber ancestral y arrebatarlas hasta de sus cuerpos.

Cuanto sufrimiento hay que tolerar por tener color, sabiduría amor y pensamiento de india en esta América «colonizada». Cuanta dificultad en mi camino para llegar a reconocerme. Cuanto valor se debe tener para querer seguir siendo india después de tanta discriminación. Hay que tener mucho coraje para amar a mis raíces sabiendo que en el resto de mi vida, lo único que me va a quedar son mis valores indios intransables, para luchar con tanta injusticia que me queda aún por ver.

Ciertamente no se cuanto tiempo más seguirán durmiendo mis hermanas y hermanos, solo se que si para ser civilizada debo renunciar a mi origen, entonces prefiero quedarme siempre india.No quiero nunca más callar por creer que ser indígena es ser poca cosa, ya no soy una niña durmiendo, ya mi cuerpo ni mi mente son territorio de conquista. Hoy me declaro y si puedo grito que soy mujer con ganas de romper mis cadenas, soy autóctona, soy hija, tengo derecho a ser o no ser madre, soy hermana, soy memoria y espíritu; soy y tengo cuerpo y alma de niña, de joven y de anciana. No me avergüenza ser india, amo intensamente, rezo y agradezco a cada espíritu que forma parte de esta gran creación. Finalmente Soy hija de Abya Yala y habito entre la tierra y el cosmos.

Achanqara

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS