SONETO A LA ESPERANZA

He bajado a las sombras del averno,
en el alma el más hondo sufrimiento
y mi dolor, amargo y ceniciento,
la tortura candente del infierno.

Fui la presa de aquel terrible invierno
y doblegué mi furia y mi lamento.
A media voz, al pie del firmamento
¡Entregué mis heridas a lo eterno!

Y desperté soñando las estrellas,
una mirada, un beso, una alabanza,
¡Ebrios suspiros! ¡Madrugadas bellas!

Hoy cabalgo sumida en la añoranza,
dejo en la arena el paso de mis huellas.

¡Danzando alegre mi última esperanza!

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