Enviar al desconocido

Sabes, a veces me gusta cómo son las cosas, pero… a veces las detesto y un poquito demasiado. No es que te deteste sino a la manera en la que apareces. 

Dios, me quejo demasiado y pienso aún más. Por ello no actúo, ni contigo ni con la vida. Me quedo de brazos cruzados y eso es tan injusto y estúpido.

Creo que todo pasa por algo, hasta los sueños han caído en mi red. Como si fuese una trampa de ratones. O algo así. 

Vos también sos el ratón. No te digo que no te ofendas porque quizá nunca leas esto. Es probable que no. 99.9%. A ese 1% se lo dejamos al destino ¿querés? Yo sí quiero así que sí. 

Me río sola, bueno que estoy así, de lo contrario me cargarían con algún pretendiente o pensarían que me faltan caramelitos en el tarro. 

Sabes, he pensado 101 maneras de hablarte y preguntarte al menos tu nombre. Parece una joda del destino que no me sepa el nombre de mis posibles amores. Y aún más que mi boca no largue esa maldita frase. 

Cruel, cruel, cruel. 

Creo que te estoy idealizando y también lo hago conmigo misma, porque me pienso diferente a lo que en realidad haría. Pero soy tan cobarde y vergonzosa. Demasiado. La otra vez culpé a mi madre por haberme hecho con este carácter, pero no tiene nada que ver.  

En fin, debería dejar que la vida me sorprenda, pero contigo no puedo. Podrías ser el amor de mi vida y yo aquí sentada, esperando a que seas vos el que dé el primer paso. (checá mi pensamiento de adolescente). 

Puede que cambie las cosas, no será hoy ni mañana pero pronto quizá. 

Ideé con un par de amigas, un plan para al fin saber quién sos. Espero que no me consuma la vergüenza y la cobardía. Y espero que no lo rechaces porque de ser así, creo que no saldría jamás de casa. Aunque eso es bastante gracioso. 

¿Qué decís vos?