Sobre los cuerpos

Sobre los cuerpos

Marce Rovein

15/05/2020

Hace tiempo que flota unos centímetros más alto que su cuerpo. El cuerpo físico, palpable que todos ven. El del pelo siempre algo despeinado y de color dulce de leche. Ese cuerpo le pertenece, de eso se da cuenta y sin embargo esos centímetros que la separan de él a veces parecen estirarse tanto que cree no poder volver a tocarlo de nuevo. Esa carcaza fue siempre su único hogar, pero ahora se desprendió y pertenece a algo más, al mundo. Puede ir donde quiera, ya no tiene barreras de carne y hueso, ya no pesa, ni se golpea, ni se cansa. Vaga horas enteras por el mundo, ve almas y ojos sin alma. Va errante a veces sin rumbo alguno, entre los cuerpos tibios de los demás, tibios solo por la sangre que corre carrera en las venas. El otro calor ya se lo olvidaron hace mucho. Ahora que se desprendió de su caparazón que la hacía igual a los demás, se da cuenta. Son cuerpos tibios si, pero si al azar eligieramos a cualquiera que camina por la calle y sin pensarlo lo cortaramos a la mitad, saldría como un último suspiro, como un soplo, una nube blanca y helada, que nos calaria hasta los huesos, un último lamento y una última miseria y nada más. Ella lo sabe bien ahora que dejo el suyo.

Sin embargo, mientras flota en el espacio, y se siente blanda y liviana y viento, sabe que si a alguien se le ocurriese besar su cuerpo en el lugar exacto donde terminan sus costillas, del lado derecho, y comienza la carne blanda, entonces un hilo invisible pegaría el tirón y en un segundo esos centímetros a veces infinitos se volverían nada y de un golpe le volvería, como no, ese alma flotante al cuerpo. Y sentiría de nuevo los ojos y las manos, la sangre correr hasta las puntas de los dedos y de los pies y el escalofrío en la columna que le avisa que a alguien por fin! Se le ocurrió besarle el cuerpo y el alma a la vez.

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