Tengo un pensamiento vestido de azul, con su camisita y su canesú. O vestido de negro.Lo saco de paseo, lo visto, y..oh, también lo desvisto.Lo rodeo de bruma y noche oscura, de olor a alcohol y música de Muse.Luego lo mando al destierro para que medite y se centre un poco.Lo pierdo unas semanas. Me entretengo con otros pensamientos. Le soy infiel.A estos otros los visto con túnicas y cantan Oh Happy Day, les pongo nombres de ángeles, acabados en «…el». Vuelvo a ser infiel a estos últimos.Pensamientos goooordooos y sebosos, pensamientos de poderes infinitos. De buenos y malos, de malos y malísimos.De jefes, compañeros, amigos, hijos, a los que visto, a veces no desvisto, mato o les doy un titulo universiitario.Pensamientos que van y vienen y dejo pasar, como en un desfile de moda. Elijo uno al azar (algo que no existe) y es mi favorito hasta que después de espachurrarlo y sacarle todo el jugo, me hace daño y lo tiro, pero se vuelve zoombi y se resiste y me infecta y me muero un rato. En el colegio me preguntaron una pregunta trampa: ¿qué es más real, un lápiz o un pensamiento?, ahora sé la respuesta, un pensamiento, sin lugar a dudas. los lápices nunca me hicieron daño.Pensamientos, pensamientos, pensamientos.Juego, entretenimiento y enajenación. Matrix.Un día los dejaré pasar a todos y me quedaré soooola conmigo misma. Me aburriré.Desapareceré.Pero, ¿y si soy el pensamiento de otra persona?Aggghhhhhhhhh

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