Dragones y Mazmorras

Dragones y Mazmorras

Ana Luna Puig

06/07/2017

Como buena Princesa escondo un dragón bajo mi cama. Siempre estuvo a mi lado, creció al calor de mi pecho y me acompaña allá donde vaya. Si le miro los ojos, me da miedo.

Cuando lanza sus escupitajos de fuego noto que ardo por dentro, me hace sentir viva, me obliga a danzar y salto, viva, muy viva.

Luego duele y busco arrastrarme, cuanto más mejor. El frío lodo cenagoso es el único bálsamo que puede calmar la quemazón. Es entonces cuando me extasío.

Cada vez que encuentro un Príncipe Azul necesito seducirlo, no hay excepción. No se me da mal, soy una princesa bonita, bien educada, algo caprichosa y muy mimada, como en los cuentos. Lo que quieran les doy, suyo es mi reino.

Y de nuevo me prometo que esta vez sí llegaré a las perdices. Que nada lo estropeará.

Y les quito la armadura, y los acuesto en mi cama, y desnudos y desarmados e indefensos, no puedo evitar que mi dragón acabe devorándolos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS