Y sí…

Me pregunto, me respondo y me descubro volviendo con la misma incógnita, sin despejar la X.

¿Qué pasa cuando todo va bien? Cuando no tienes escusas para estar mal y te percibes como un egoísta y malcriado niño del siglo XXI que llora por aquella historia idílica que le contaron de pequeño sobre lo que son las emociones y se supone, la superficial dificultad que lleva tomar decisiones. En las fabulas todo era más sencillo, elegías y eso repercutía para bien o para mal. Sin grisáceos, ni gradientes de ningún tipo.

Creces y te preguntas, ¿Lo adecuado, incluso lo que te hace bien lleva a la plenitud?.

Pensaba que habían dos formas de decidir, una te llevaba al desastre y a una continuada conversación que comenzaba con “ te lo dije…” .Y otra opción, la más agradable, donde sonaban arpas y encontrabas la respuesta a tu compleja cabeza, pensando “era todo tan fácil…”. Pero no, te das cuenta que no todo depende de que te salgan las cosas bien, y es que en cierto sentido, creo que depende más de los que tu consideres que quiere decir el éxito para ti en aquello. Supongo que las metas están para ir alargándolas, una broma pesada que te enseña que cuando más te acercas, más van cambiando tus valores sobre las cosas.

Todo esto venía porque acabo de saber que para todo hay un nombre. En este caso , la respuesta a la primera pregunta de este escrito es el Pensamiento Contrafáctico, es decir, el crearse una continua X, tras otra…

Uno no es felíz, cuando no quiere serlo. O de otra manera que os sonará más, el hombre está condenado a ser libre.

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