Estado Alarma : V

14/04/2020

Los días caen como en una espiral en pleno giro, ya no se en que día vivimos ni como mañana amanecerá, soleado seguro aunque vacío. La primavera sigue su ritmo sin que nadie la pueda apreciar en sus sutiles cambios y sus nuevos colores llamativos. Me cuesta madrugar.

Las políticas sociales fallan, el pueblo está desprovisto de material, y casi no baja el pico de contagio que ya los mandan a trabajar. No entiendo cómo va el sistema, no comprendo hasta dónde quiere llegar.

Somos como seres invisibles y enemigos contra nada, y a la vez contra todo. ¿Seremos enemigos de nosotros mismos?

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17/04/20

Ya demasiados días viendo las mismas cuatro o seis paredes, y aun así nos tenemos que sentir bendecidas de tener espacio y un techo que nos resguarde. Pero nos falta tanto el sol, su calor, su luz… Las horas se transforman y se distorsionan a lo largo del día, a veces corren tan rápidas y otras se quedan densas casi como suspendidas.

La eterna lucha de no caer en el sofá que atrapa y mantenerte activa a pesar de barrer cinco veces al día y ordenar lo ordenado. Aunque también hay que decir que el acomodar la casa es una tarea que se hace de buen gusto. Sin prisas. No hay donde ir que reclame nuestra urgencia. 

¿Por eso lo gestionamos tan mal?  Llevamos tanto tiempo corriendo como pollos por tareas superfluas. Que ahora es cuando realmente tenemos que reconectar con tareas que nos nutran y que partan desde nosotros. Escucharnos, ¡oh que difícil a veces! ¿miedo a quedarse solo y observarse a sí mismo?

La naturaleza por el contrario avanza tranquila en plena primavera, los animales salen por todas partes y los vemos en lugares que considerábamos “nuestros”; Los delfines juegan en los puertos, los zorros y los osos se pasean por los pueblos y los mirlos cantan de noche. Parece una fiesta para ellos y solo por eso me pesa menos estar en casa.

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19/04/20

Por primer día han entrado los venerados rayos de sol por la ventana de la habitación ahora diáfana tras la marcha de la compañera de piso, y puedo decir que me siento más feliz sola. 

Hoy hemos tomado el sol y desayunado tranquilas. El sol da paso a decisiones y determinaciones, momento cúspide de decisión y de renuncia, pues estos en efecto serán mis dos últimos meses en el sur – del que ya me siento que formo parte – yo que era tan de montaña, queda presente este aprendizaje de amor por el mar, por su forma y sus corrientes de aire; En el sur la gente se guía siempre por el mar, tomándolo de referencia para todo, incluso para su mismo estado de ánimo. Muchos están según el mar se ofrece ese día.

Hoy el sol ha dominado durante toda la mañana y parte de la tarde, aunque al atardecer se sumó un viento fuerte pero cálido, que hace mover los árboles, las palmeras y agita el canto revolucionario de los pájaros. 

En mi paseo vespertino pude ver mirlos, tórtolas, canarios, perdices, estorninos… observar su vuelo,  sus saltos ligeros de rama en rama me transmite sensación de plena libertad. Estos danzan frente a los balcones de los edificios y se expresan casi en gesto burlesco frente  la cara de mis convecinos encerrados; que ahora redecoran sus hogares.

Me planteo nuevos retos, nuevas metas… Cierto es que  al final de todo el camino comprendes – y que muestra más fehaciente que el covid – que todo lo que conoces puede cambiar mañana y que solo “hoy” realmente tienes la oportunidad de hacer algo productivo para ti, nutritivo para tu alma y para tu sociedad, tu entorno y nuestro planeta. 

El covid lo ha sacudido todo y de nuevo me veo catapultada hacia arriba en el mapa, vuelve usted a la casilla de inicio.

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