Vuelo Contigo

Recuerdo como si fuera ayer, cuando jugabas en la grama mojada en todo derredor de la casa, como sonreías, y yo sonreía por motivos de obligación porque temía que te enfermaras; saltabas con tanto ímpetu y esa natural risa que me alegraba, contemplaba como tu liso pelo se empapaba de las gotas de agua que quedaban en la grama, tú eras feliz en ese instante de tu pequeño mundo, y yo, no sé qué era o que parecía; yo sentía tu diversión pero mi pensar era preocupación , recuerdo los mínimos segundos en que reías, reías durmiendo, llorabas riendo, tu acción era la risa, te divertías de la felicidad.

Hoy no encuentro un motivo para olvidar esas ansias de preocupación que sentía yo cuando jugabas, tú eras como los pececillos de la Laguna: siempre en movimiento y sin dejarse tocar. Recuerdo cuando me abrazabas, esos instantes en que sentía la angustia de que debía protegerte del mundo, de que debía protegerte de que te hicieras daño, esos recuerdos hoy entran a mi sala como rayo de una luz tenebrosa y penetrante que cubren de lágrimas mis cansados ojos. Hoy más que nunca he recogido de este huerto putrefacto las hojas que tanto he anhelado dejar atrás, hojas marchitas y carcomidas por esta larva que es la vida. Procuro en mi encierro reencontrarme con ese canto que un día alegro lo que fue mi vida, mis ojos hastiados y de miradas borrosas, mi alma hechizada con luna roja y mis horas contadas como un reloj pausado crean este delirio de escribir, de encontrarte en mis letras y olvidarte de mis ojos.

Hoy seco las lágrimas de estas páginas, hoy tengo la furia acumulada de tus días, hoy siento e odio de la naturaleza, hoy siento el otoño de mi vida, pero a pesar de todo hoy puedo sonreír aunque no sé que pienso cuando te pienso, es nostalgia. He reído con lágrimas en los ojos en recordar el día en que trajiste a casa la pequeñita ave, solo mire tus ojos angustiados y con una sensación que hoy quizás no puedo explicar suspire con fervor y dije: Es un Gorrión, y como la oscuridad cuando enciendes una vela, así sonreíste, ese era tu mundo al igual que el mío.

Velabas por la avecilla de una manera de correspondencia como un padre enamorado; tuve la iniciativa de obsequiarte una jaula para tu idilio Gorrión. Esa misma tarde traje conmigo una jaula dorada con unos adornos de ejemplar belleza, saltaste al verla y la adornaste con lo más preciosos sentimientos: el empeño de cuidar y amar.

Mientras no estabas, mira a esa avecilla y te esperaba, y con más ansias te espere el día en que escuche ese baritonal canto, ese hermoso silbido que llenaba y se confundía con la serenidad de la casa, te espere como niño desesperado; las horas parecían no caminar y al caminar acortaban sus pasos.

Mi mente es neblina…

Hoy han pasado siete años, tuviera catorce, hoy cumpleaños tu ave, quien me acompañó durante estos largos días de inexistencia. Precisamente escribo: Tu ave ya no está, aunque creo que hubieras sufrido bastante y verte sufrir me destrozaba, todo este dolor a dominado mi cuerpo, ya me encuentro en un mundo vacío, volaré con la brisa de la primavera y seré una mariposa que parte a un encuentro que duró siete años, yo libre y vuelo vestida de alas coloridas al alba y solo queda el sello del adiós.

La avecilla fue en tu búsqueda y yo iré también para cuidarlos.

Todo ha causado efecto y las acciones están siendo ejercidas, veo a tu ave, ha vuelto a cantar y su canto es más sorprendente que…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS