Todavía no he comido nada. Son las 7 de la tarde y mi único alimento ha sido café: dos jarras y dos de descafeinado. No digo que seas como yo pero puedes aprender a lo que no se debe hacer. Aquí empieza mi relato:

Yo nací con sobreprotección, amor, cuidados y mucha sensibilidad que vinieron de parte de mis genes. Iba al Arenal de pequeño, mi pueblo, en Castilla y León. Allí era libre: me bañaba en pelotas en el río por la noche…bebí mis primeros litros…escuché mis primeras canciones…encontré el amor por primera vez y cada verano me esperaba un amigo y los que me quedaban por conocer. Pero yo te admiro hijo de puta. Igual no tuviste las mismas oportunidades que YÓ pero supiste hacer de tu vida que era un infierno o una pleitesía…o un paraíso; supiste hacer una vida. Tendría 8 años cuando los mayores nos sacaban al patio de recreo. Allí sufrí mis primeros puñetazos mientras los profesores no hacían nada; los compañeros menos aún, no por orgullo, sino porque los siguientes serían ellos, si habrían la boca.

Pero yo te admiro hijo de puta, tú que supiste tener la boca cerrada… que supiste pasar desapercibido…o simplemente sufriste algo de lo que Yó sufrí. Tú, que escuchabas las canciones a escondidas o las comentabas con tu personal de confianza: escuchando rap, heavy, rock o igual te pareciste a mí y escuchabas música clásica; gracias Mamá por darme ese criterio, sin ti hoy sería un loco sin saber qué contar. Hoy soy un loco que puedo contar.

Los años pasaban, allí me chuparon la polla por primera vez. No la chica que me gustaba sino un tio al que todos odiaban y de su locura recibió respeto; un respeto efímero pero un respeto. No lo olvidéis hijos de mala madre, con vuestro orgullo que no os cabe. Hacerse pasar por loco, el primer paso. El segundo, serlo. El tercero, que te la coma todo el mundo. El cuarto, no te rindas.

Bien, sigo… Se acumulan los años y llegó el día de un colegio para putas y borregos. Marianistas, con su aire de superioridad intelectual, con su aire de superioridad ética, moral y hasta visceral. Me dais asco, falsos de mierda. Recibís niños que lo han tenido todo, para convertirlos en hombres del mañana: falsos, orgullosos y con etiqueta Ralph Lauren. Todo iba bien, me junté con los fieras sin sacar un gramo, sólo el pecho y fumando cigarros, en el patio del colegio hasta que llegó 3 de la ESO. Yo que había leído ese verano “EL gran gatsby”; yo que escuchaba a Calamaro de las manos de mi hermano. Casi nadie nace loco, putas. Tocaron la época de los motes y yo sin saber dar un puñetazo me tocó malhuele sólo porque después de gimnasia las chicas se echaban Channel, y los chicos Ralph Lauren en forma de desodorante. Me dais asco, pero tú PARIA, a ti te admiro. Tú, supiste pasar de curso pasando desapercibido; leyendo, escuchando música, hablando con tus allegados. Yo que no quería que me pasase lo mismo fui con los más tontos y la hostia me la llevé rodando. Pero mi Dios confiaba en mí y me regaló una enfermedad: Mononucleosis. 3 meses en cama…leyendo, escuchando y sintiendo el dolor profundo mientras no recibía llamadas de los compañeros. Volví al colegio y los hijos de puta no me habían olvidado y mi Dios me regaló ingresarme ese año durante otro mes. Me dije, no te va a volver a pasar loco de mierda a partir de ahora esos profesores te van a tener miedo, desprecio, asco, vómito, arcadas…y me hice NAZI, hijo de puta, nadie dijo que la vida iba a ser fácil. Era verano, estaba en el soto y cuando me hablaron del mal nacido de Hitler, les di la mano. No porque simpatizase, No porque me corriese, no porque tuviese malos hábitos. Era porque no quería otro año escondido debajo de una enfermedad sin saber a quién pegar.

Me había ganado el respeto efímero en el patio del colegio. Todos me preguntaban por qué había hecho eso. Yo sólo les respondía que era por orgullo. Tú, paria te ganaste mi respeto desde el primer momento. No tenías que mentir, y si mentías te salvabas de la pedrada oral.

-¿Ahora, me entiendes hijo de puta?

-No, mejor nazi muerto que pijos orgullosos.

– A mí me dais asco: nazi, skin, punk, pijo, hípster o como te quieras etiquetar.

Cuando me di cuenta que no era una lucha de posturas sino intelectual, me hice NAZI-PUNK. No tomaba drogas, mis padres no lo sabían, mis hermanos me preguntaban a escondidas; sin saber la verdad. Cogí lo mejor del Punk: dar asco a la sociedad. Cogí lo mejor del Skin: sentirse orgullosos a diario. Por las calles del royo iba con mi cresta y mi camiseta con una esvástica. Mirando atento a todos y todas. Una vez, a una buena persona que no sé qué pintaba en esos berenjenales le pregunté si quería ir al royo conmigo. Me dijo que sí, con su cabeza rapada, su bomber y sus botas.

Me fijé en una chica y hablé cpn ella:

-¿de dónde eres?-le pregunté

– De Brasil.-me contestó mientras seguía moviendo su culo al compás de la música.

– Gracias por mostrarme las bellezas de otros mundos, de otros patios de colegio donde no haya pijos con camisas azules Ralph Lauren. Le dije

Ella me tomó como un loco sádico y es que casi nadie nace loco, hijos de la mierda.

Me juntaba con los los nazi- punks de Madrid que se drogaban a diario. Entablando conversación e intentando conocerme más a mí mismo. Fueron mi primer referente en la calle. Nos juntábamos en el parque del Boston, con unas litronas, cigarros y porros. Yo no fumaba porros, me lo decía a diario. Luego repetí, pero tú, paria, pasaste de curso, quizá repetiste antes o lo hiciste después o a la vez. Pero tú, tenías amigos con los que charlar a diario, si no, unos padres, si no, unos familiares, si no, estabas tú solo pero todavía no has comprendido el sufrimiento del que se ve rodeado estando solo. Tú, paria, fuiste más inteligente, más sagaz, más control o sin control, jejej, tú estabas en la cima del mundo y quizá no lo sabías. La gente cuando crece se llena de experiencias que le hacen ser más empático y tu sufrimiento se fue acabando poco a poco.

Tú, pija o pijo de mierda que te salvaba mientras te fumabas unos canutos en la zona pija. Los nazis mayores te veían, los nazis mayores te increpaban. Allí estaba Yó, para pararles los pies no sin antes llevarme una multa, un aviso: a la próxima te la llevas tú también. Los pijos que me llamaban cuando tenían un foyon con un macarra. Yo les salvaba: sin dar un puñetazo, sólo con la esvástica y mi nombre y el de mis compadres. Alguno ya iba al local de los mayores, de los blood honor a diario.

Tú, pijo de mierda que te creías de clase trabajadora llevando una cresta y que estuviste cerca de mí con el BOTON:

-Chinarro, le puedo pegar ahora una puñalada. Mira, llevo la navaja en el bolsillo.

– No se la pegues amigo mío. Tú tienes futuro: estudias, sueñas, te quieren tus amigos y familiares. No se la pegues.

Él, acabó recogiendo su navaja con punta afilada. Seguimos echando unos litros en el parque Miraflores. Me lo llevaba porque era un paria. Mientras, tú, hijo de Franco, seguías con tus camisas en la zona pija. Tú, paria, que salías por el royo, la zona o te quedabas en casa con amigos, o quizá, te quedabas solo en casa porque no tenías amigos jugando con la consola o escuchando música o te quedabas con tus pensamientos: analizando, comprobando, sintetizando…

Los años pasaban y tuve la suerte de vivir solo gracias a mis padres. Un año en Irlanda. No he tenido que estudiar más Inglés aunque si quiero mejorar, tengo que estudiar.

Allí, conocí mi segundo amor: una chica rubia, irlandesa, con pecas en la cara, católica y 15 años. No me hizo ni una paja, vaya suerte la mía pero me quedo con nuestras charlas. Allí, empecé a consumir en cantidades desorbitadas. Luego cuando volví de Irlanda, mis compadres ya se drogaban. Antiguos punks, red skins y nazi skins; todos los bares temblaban. Las drogas, de mano en mano se pasaban. Con litronas se brindaba.

Mientras…los parias ya estaban encontrando su sitio. Quizá, con alguna hostia de más. Algún atraco, alguna conversación de más: con amigos y quizá conocidos que ya empatizaban. Tú, fuiste inteligente. No te destruiste la vida. Lee este relato para saber lo que es una vida destruida.

Con esto termino, podría seguir mirando al pasado pero creo que no es necesario puesto que me imagino que lo habrás pillado. Ahora llevo una vida de dolor. Todos mis referentes pueden mirar a mi vida y verse escandalizados. Me pueden rechazar; me pueden ignorar pero Yó como buen servidor voy a seguir aprendiendo de ellos a diario.

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