La hoja cae, el árbol sigue en pie

Otoño, estación de cambio, época de nostalgia, tiempo de bellos recuerdos. Hechizos que refuerzan nuestros lazos. Las hojas muestran su madurez antes de caer. El árbol, sigue en pie. Te vi en el parque, mirabas el horizonte que fluctuaba entre rojos de tonos suaves. Estabas sentada donde nos conocimos, abstraída, mirandolo todo y te susurré: juntos, afrontaremos el invierno. Nos abrazamos.

Ciudad Esperanza

Emigré aquí, huyendo de las comodidades de las urbes modernas. Del humo contaminado que perfuma sus calles, del hedor de los callejones olvidados, donde se amontona la basura, donde a veces, duermen los desamparados. De la caridad de creyentes y ateos. De la tolerancia interesada del consumo. Me fui para reencontrarme. Y en el camino oí de ti. Eres la flor perdida de nuestros ancestros. La ciudad que convive con sus habitantes. La que llena sus noches de sueños. La promesa de las personas con un hueco en el corazón que quieren llenar. La ciudad que espera. Ciudad Esperanza.

Inmortalidad

¿Me quieres? – Sí.- ¿Crees en la inmortalidad?- No sé que decir. – No digas nada, sólo escribe mi final. Conoces el ADN de mi alma, las heridas en mi cuerpo, sabes de mis caminos recorridos, de mis desamores, de mi amor y respeto por la vida. Guarda en la eternidad la caricia de mi compañía. Que mi muerte sea tan digna que no se olvide con el paso del tiempo, escribe la página final de mi libro. Sé la mano de mi inmortalidad.

Voluntad

Sara, mujer sana, treinta años, maestra, casada, sin hijos. Voluntaria en una asociación de mujeres maltratadas. Todo cambió cuando cambió su humor. No reía. Llegó la crisis y las lesiones. De voluntaria pasó a ser una mujer maltratada. En algún momento dejó de vivir, en algún instante mi corazón se solidarizó. Le di la mano y sonrió.

Ellas

Destellos de luz en sus ojos, fuerza y razón en su lucha. Supe que deseaban. Necesitaban sentir la vida, sin ataduras que hirieran sus manos, manos tiernas y firmes. Ellas, con un sólo pensamiento. Libertad. Libertad para amar sin condiciones, sin promesas, sin engaños. Y la vi, una voluntad grabada a fuego en sus ojos, mientras me apartaba para dejarlas pasar. Ellas, llenas de vida repartiendo la esperanza al caminar.

Malo

Yo, señor, yo no soy malo. Ni pretendo hacer maldades, me cansa pensar excusas que oculten mentiras aunque la maldad más pura no necesite de ellas, personas como tú, me lo recuerdan repetidas veces.Estas heridas invisibles que aún sangran y sufren, son su testimonio.
–No dispares. Sólo soy un pobre diablo, estaba equivocado, cometí errores, nunca quise haceros daño. Prometo cambiar!! ¿Comprendes lo que quiero decirte?
– Comprendo, quieres que te perdone la vida, crees que un chico como yo, no es lo suficiente maduro para entenderlo. Pero tus constantes reproches, ordenes y gritos me perturbaban los sentidos, me cofundían, me hacían temblar de miedo, igual que un animal al que llevan al matadero. Algo creció en mi interior sin darme cuenta. Un sentimiento, una trasformación, una neomorfosis, un cambio. Fue el odio quien abrió mis ojos. Tus golpes y la contínua tortura a la que me sometías me hicieron fuerte alimentandome, con tu odio, despertaste el fuego que nunca hay que avivar. Aquel que debe dormir entre cenizas. Fui un esclavo en tus manos. De tí aprendí, que tus debilidades eran, tu condena. Espere este día y hoy ha llegado.
¿Piensas que voy a pasar por alto tus errores? Oí a mis hermanas llorar antes de ser violadas. Vi el cuerpo de mi madre sin vida, tirado en el pasillo y en sus manos una foto de família, manchada con sangre, su sangre. Se suicidó, se sintió culpable y no lo era. ¿Recuerdas cuando me pusiste el cuchillo en el cuello?
– Hijo!! Cambiaré te lo prometo.
– Calla!! Ahora es tarde, soy yo el que he cambiado. Te volviste descuidado con tus borracheras, te dejaste la escopeta de caza, cargada, vi tu muerte brillar en el vil metal, gritaba tu nombre y te encañone para que sintieras el frío sudor de los condenados. Y tú, te sentenciaste entonces, cuando desgarraste nuestra dignidad. Ahora, muere!!
– Hijo!! Por favor…hijo mío…no lo hagas, te lo pido de rodillas, soy tu padre!!
– Señor, ya le he dicho, que no soy malo. No sería capaz de matar a mi padre.
Pam!!! Pam!!




URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS