No sabes cuánto lamento ser tan difícil, cuanto lamento que así lo pienses; difícil es la palabra con la que me puedo definir en este momento, pero debes saber que esto va más allá de mí; en la vida nada me ha sido fácil y cuando alguien me presenta algo como esto, tan fácil fuera de alguna complicación, no me lo creo, necesito sentir ese reto que toda la vida se me ha presentado.

Este amor que proporcionas es tan sencillo fuera de mi zona de confort, ésa por la que he permanecido durante años, sé que soy difícil en cuanto a mi forma de pensar, soy un alma vieja llena de cicatrices por doquier enjaulada en un cuerpo de adolescente; difícil de tratar porque no me presento tal cual soy ante nadie, porque estoy llena de escudos, porque me encerré en este cuerpo.

Sé que también soy difícil de querer, porque soy diferente, porque no puedo dejarme querer como cualquier persona, es porque me gusta el desafío de la diferencia y no lo ordinario, de saber que no soy igual que los demás y que a mí no se me quiere como a cualquier persona.

Difícil de soportar, de soportar mis arranques de la nada, mis estados de ánimo de un momento a otro, soportar que siempre debatan contigo porque tus respuestas de acuerdo a tus sentimientos no me convencen del todo, no son lógicos para mí; no es lógico el querer a una persona sólo por verla sin algún conocimiento ni contacto previo con ella, no es lógico que ames a alguien de una manera enloquecedora como tú lo haces…

Sí, esa manera tan tuya de dar todo sin preámbulo alguno, volar tan alto sin importarte lo alto que te encuentres, aun sabiendo que la caída será inevitable y que entre más vueles más te dolerá; pero aun así lo haces, ese instinto de guerrero que tienes, la protección que brindas hacia alguien más es de lo más acogedora; ahí entre tus brazos, ésos en los cuales me he tratado de refugiar tantas veces, mismas a las que me he negado.

No es que no haya querido permanecer ahí, pero me lo muestras tan sencillo que me da miedo siquiera tocarte y que no tenga el valor de soltarte de nuevo, para que así con esto me destroces con tu ausencia como tantas veces lo has hecho.

Y es que a pesar de la burda experiencia que tengo en ausencias, aún no me acostumbro a ellas, aún no me acostumbro a esta soledad que de repente de la nada, sin más invade todo mi cuerpo y todo lo que soy de un momento a otro y sacude tantos recuerdos en mí, que vuelvo a recordar lo solitaria que me encuentro.

Pero es que no es la soledad lo que me pesa, en realidad es la falta de valor para enfrentarla… Créeme que sé lo difícil que soy.

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