Oh, mora que lloras.

Oh, mora que lloras a tu señor inválido.

Oh, desgracia que tocó a tu puerta.
Por qué fue tu amado el elegido?
Por qué fue tu amor el maldecido?
Oh, Allah que no tuvo piedad,
quizás tuvo celos de vuestro amor?

Oh, Jehová que no tuvo compasión.
Quizás quiso volver tus ojos
y tu corazón hacia él?
Oh, Jesucristo, dicen que eres todo amor,
más allí no estabas.

Mora, ninguno de estos dioses
levantó su mano o su voz para proteger a tu amado.
Ellos se equivocaron.
Más cerca de su devoción estabas cuando,
enamorada, sólo veías a tu amado,
sólo oías su voz, cuando te recreabas en sus caricias.

Ahora, el destino marcado para esta vida se cumple,
más tu alma, rebelde ante este sino, busca lares más afables,
verdes que calman, espacios iluminados por soles y lunas,
por luceros de la mañana de un nuevo día,
por infinito número de estrellas y planetas que te hablan
de otros mundos, mundos de amor y esperanza.

Oh mora, el nuevo día llegará, la felicidad retornará
tu amado su salud recobrará, ambos felices serán.
Nuevos dioses iluminan tu hogar, dioses extraños, paganos,
dioses antiguos, más antiguos que el tiempo o la luz,
más antiguos que los dioses de iglesias y cultos
que no dieron cabida al amor.

Estos antiguos dioses son los dioses de la sopa primordial salidos,
de la cual Hécate se originó, cuando ésta conciencia cobró.
Fue el tiempo de las diosas madre,
el tiempo de la Gran Madre: Hécate.
Ahora es el tiempo de volver a nuestras raices primordiales.
Seremos ángeles,huríes, niños en el jardín del Edén.

No hay noción de pecado, no hay noción de dolor.
Sólo la luz del amor te guía por los senderos ignotos
hacia los cruces de camino en que debes elegir tu propio destino.
No hay castigos caídos del cielo, sólo el sino por ti escogido
en tu busqueda por el amor divino. Amor que enseña a escoger
el sendero de la felicidad de los seres sintientes.

Seres que, hasta ahora callados sufren,
ignoradas sus lágrimas por cuanto dios respaldado por iglesia hay.
Ellos son ahora liberados del dolor, uno a uno, por su Madre,
por Hécate, quien recorre el espacio, los espacios siderales y terrenales,
el inframundo y los infiernos rescatando el amor,
rescatando a sus hijos bienamados.

Oh, mora, ya no serás la niña castigada
con crueles desgracias, por crueles dioses.
Ahora serás la mujer que elige el sendero a recorrer,
guiada por la luz de Sus antorchas,
custodiada por Sus cancerberos, con Sus llaves abrirás,
las puertas por ti elegidas, para entrar a Su Edén.

Edén que cada día se descubre más amplio, más diverso,
hecho de espacios infinitos, de infinito número de mundos,
tal como Giordano Bruno los intuyó, acerca de lo cual escribió,
y por lo que, quemado en la hoguera,
se le inmoló en nombre del dios cristiano,
supuesto dios de amor divino.

Más vale con Dionisio festejar la llegada de la Madre primordial.
Hécate te trae consuelo y apoyo día tras día.
Atrás están los días de los dioses crueles e insensibles
que cortan manos, que viva te entierran para ser apedreada,
que te castigan con desgracias incruentas,
que te queman en la hoguera por pensar.

Es el tiempo de las diosas madre.
Es el tiempo de la Gran Madre.
Es el tiempo de Hécate.
Madre protectora que te instruye
en los usos y costumbres de Su Corte
haciendo de ti la más recta y devota de Sus fieles.

La Madre que susurra en mi mente
las palabras que mis manos escriben en este cuaderno,
quien está conmigo, cercana, no indiferente,
no mediada por hombres que al sexo divino maltratan,
que al niño envilecen con abuso indebido,
que exterminan.

Oh, mora o cristiana, esos mundos de dolor estás dejando
Regocíjate, el reino del amor está en tus manos,
tuyo para elegir, tuyo para en tu corazón reinar.
Hail Hécate.
Hail madre amorosa.
Hail guerrera del Amor Divino.

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