El salvaje

El salvaje baja al parque con su garrota y se encuentra que está
moteado de blanco por los almendros en flor. El aroma está en todas
partes y embriaga al salvaje. Más adelante por el pasillo de los
almendros en flor encuentra un banco. Se sienta en el banco cauteloso, deja su garrota, saca su
cuaderno y su lápiz y se pone a escribir.

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