Polvo en la lluvia y oxido en el corazón

Polvo en la lluvia y oxido en el corazón

Vicente Olmos

10/05/2017

Recorro los caminos de las afueras de la ciudad, los faros iluminan el sendero como oxidados rayos de sol y por el camino, clavados como el resentimiento de un pensamiento, los ojos de los búhos me observan conducir. Divagando en mis pensamientos retumba el eco de un viejo saxofón, huyendo de la radio y rasgando los tejidos del silencio.

Le doy una calada a una boquilla, que exhalando su último aliento consigue encenderse y soltar su ultimo respiro. El humo hace que el ambiente se cargue y como una nube de nicotina, el coche empiece a flotar. Las luces de los ojos, vidriosos y empapados, crean sombras que se mueven y me siguen con la mirada. Con envidia las dejo pasar y me centro en llegar a la vieja ciudad de hierro y polvo.

Otra noche más, de vuelta al agujero en el que vivo, de vuelta al subsuelo en el que cientos de almas caminan y envejecen sin vivir, de corazón oxidado e intenciones de ceniza y humo que se desprenden con el rugir del viento. Quisiera ser un árbol, siempre fijo, fuera de las torres de hierro, creando mi propia sombra. Y envejecer junto a los demás arboles; viejos arboles torcidos y orgullosos, que comparten el saber del tiempo y el marchitar de sus hojas les enseñan a crecer y olvidar.

Las luces de neón y el silencio de la humanidad me hacen volver al mundo real. Lo poco que queda del sol artificial se va escondiendo, huyendo de esta vida que cansa y enferma, me veo sumido en el caos de las luces y el millar de pasos de almas sin vida. De nuevo comienza a chispear y aun así no refresca, la lluvia hace levantar el polvo y disipa los oscuros pensamientos. Al menos el tiempo no miente y nos hace recordar que por muy oxidado que este, al menos algunos tenemos corazón.

Bajo la ventanilla del coche y dejo que entre el agua mientras enciendo otro cigarro. El sonido del viejo saxofón rasga mis tímpanos y me llena el vacío y oxidado corazón.

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